Lo extraño es algo común.
Jaime Jaramillo Escobar
1
Ayer, a manera de anécdota,
fui a visitar al poeta X-504.
Ahora con nombre:
Jaime Jaramillo Escobar.
A su manera:
con él la bondad y la sabiduría.
Comentamos algo sobre Piedra de Sol
por eso de los cincuenta años de su publicación.
X me decía no entender a Octavio “Fax”.
Que además era un “poeta menor”,
“pero en los ensayos es respetable”.
Y otras tantas cosas que salen
de su cabeza brillante y con pecas.
Yo quiero mucho a este poeta.
Pero no entiende
como tampoco entendería yo su desnudez.
La poesía es vida.
X y yo estamos vivos.
¡Que viva la poesía!
2
Se podría hablar de la propia vida,
de lo que actualiza el aliento.
Mas otro agosto que nadie conoce
en ese que se es,
quedará ausente y en el anonimato.
La realidad es viable
mediante la visión y la escucha
y otro sentido plural
sólo queda para quien crea pensamiento
por sí mismo,
para quien traduce e interpreta la realidad,
la vida, la experiencia
en la voz singular y propia.
Octavio Paz actualizó el mundo,
creó resonancia.
Su voz, que es múltiples voces,
es una manera de vivir:
poéticamente habitó la Tierra.
Su casa está dada en su lenguaje,
sus poemas amplían la literatura
y la reflexión.
Es por esto que debemos entrar
en la metáfora viva,
en la creación por la metáfora,
reflexión sesuda y existencial,
para decirnos a nosotros mismos
que el tiempo es lo que asumimos
en nuestra humanidad,
que el tiempo que todo lo completa,
también es el bulbo de la muerte.
Como diría Heidegger en Ser y Tiempo:
toda interpretación se funda en el comprender.
De esta manera El Mono Gramático,
que me recuerda una relectura
de Wittgenstein
donde el mundo
es todo lo que acaece
y su acaecer
-la realidad-,
es una gota de gramática,
nos muestra una contemplación,
una meditación amplia
en torno a lo que de la mano se expone,
al velo o a la distancia insalvable
que nos aleja de la realidad misma.
Quizá por esto es una mole de ambiguo color
lo que Octavio Paz ve en la arboleda.
Una montaña frágil de hojas y ramas
que se mueve y amenaza con caerse.
Es, pues, una invitación a caminar.
Un ir al encuentro.
Mismo que se disuelve,
trayecto insuperable
donde se prefigura el lenguaje.
Su camino está por hacerse,
es un polvoso camino que se rehace
en cada giro de entrada,
en cada bucle de salida a la significación
donde los nombres roban la existencia.
Una vez los hombres dan nombre a las cosas,
las sacan de su estar-ahí,
y la poesía igual miente en su realidad.
Mas es por ese velo
que las cosas pasan por nuestro comprender
que prefigura otra comprensión
de lo comprendido.
Es así que la subjetividad
debe acunarse
en los momentos de validación del mundo.
Un a-priori de lo habitado
pasa a presentarse
como la visión de lo que se habita.
Y sobre esto no hay que discutir.
Una vez nacidos
la experiencia nutre nuestra vida.
Borrar esto es franquear al vacío.
Por tanto, la tan anhelada objetividad de las ciencias
no podrá ser pensada.
A no ser en el tercer mundo del diálogo.
Pensar obstaculizado por la hybris y la epistéme:
por las pasiones y el previo conocimiento.
Pero esto no pondrá como presa a la racionalidad.
Por esto el poeta X-504
está en su libertad de no entender.
Y eso es todo por hoy.
Los otros detalles de nuestra conversación
han quedado en su mesa
junto a las naranjas.