Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

Recuerdo el mar

No importa que tan lejos esté el mar Tengo que hablarle al mar

(El cielo es demasiado seco para nuestra boca)

(La tierra demasiado densa para nuestros sueños)

(El fuego demasiado radical para nuestros errores)

Uno va hundiéndose y hundiéndose más en su propio mar

Como aquella navecita que se ve ínfima penetrando la oscuridad

Sola, muy sola

Uno no adivina si más abajo habrá alguien

Pero se sorprende de las luces que nacen en el inverso

(Inverso del hábito sobre la posición de las luces)

Es exploración

No podemos responder por lo siguiente

Sólo seguir hundiéndonos si está en nuestra naturaleza

Compartir:

Facebook
Twitter
WhatsApp

También te puede

interesar

Revolución del lenguaje
Xenofobia
Peladxs parlantes
Mientras desayunamos