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TERMINACIÓN DEL CONFLICTO: OPORTUNIDAD, CONVENIENCIA Y FUTURO

Las Farc, que nacen producto de un conflicto entre partidos políticos hace 52 años, empezaron con ideales nobles y objetivos sanos, pero los fueron tergiversando hasta degradarse y terminar afectando desagradablemente a todos por igual sin parar de propiciar desgracias materializadas en muerte, extorsión, secuestro, destrucción del ecosistema, masacres, frustración de jóvenes que los iniciaron en la guerra a destiempo sin motivo, desplazamientos y otros horrores que le han ocasionado un daño irreparable al país.

Durante este medio siglo todos los diez gobiernos de turno, sin excepción, trabajaron cada uno a su manera primero para no dejarlos prosperar y después para acabar con ellos utilizando la conversación o la fuerza o la fuerza y la conversación. Con la fuerza se presentaron más muertes en todos los bandos participantes o no en el conflicto y por primera vez se lograron bajas de varios dirigentes del más alto rango de las Farc con lo que se pensó que podía ser el principio de su fin, con las conversaciones solo se lograron decepciones de todo tipo y enormes frustraciones para los gobiernos que lo intentaron. Pero la irracionalidad de la guerra continuó realizando bien su tarea y siendo consecuente con su única razón de ser: causar terror, estragos y desastres.

Aduciendo imposibilidad del estado para terminar con las Farc aparecieron iniciativas de ejércitos civiles que buscaban acabarlas pero tampoco lo lograron, inclusive el daño se incrementó porque imperó la lógica cuando se pretende terminar una guerra con más guerra.

En el 2012 Gobierno y Farc lo intentan de nuevo y se sientan esta vez con más ganas de conversar y mayor decisión de negociar pensando lograr en un año lo que se fue dilatando y terminó en cuatro pero con algunas diferencias importantes como que por primera vez se le dio regularidad y continuidad en el tiempo, en buena medida por la seriedad que le imprimía la categoría e independencia de los negociadores del Gobierno y los garantes de otros países y por la dedicación permanente de los altos jefes de la guerrilla. Como era inevitable aparecieron las diferentes posiciones que en estos casos se presentan, unas pesimistas con y sin argumentos, otras optimistas con la sola intención del deseo y la esperanza, otras oportunistas por los beneficios políticos que recibirían y las demás representada por los pasivos que están a la expectativa de lo que pase pero sin aportar ni estorbar al proceso.

Con el reiterado escepticismo por la continuidad de las conversaciones se fue presentando una alentadora disposición al acuerdo que por fortuna fue como se debe dar el manejo y la dialéctica en este tipo de procesos: asumiendo lo vital y más beneficioso para el país y la mayoría de sus habitantes, seleccionando las coincidencias que le aporten a lo anterior, evitando que los intereses de minorías estorben en las decisiones y lo más lógico cediendo los dos en algunas de sus posiciones, que se convierte en el más necesario aporte a cualquier proceso de manejo racional y asertivo de un conflicto, porque como planteó el filósofo: “La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido”.

Durante estos irracionales enfrentamientos los afectados además del ejército, los campesinos, el campo y las entidades oficiales también lo fueron la ciudad y la empresa privada, por eso la necesidad de poner a participar en las conversaciones a representantes con peso específico y trayectoria en política, empresas, gremios, iglesia y algo inusual pero vital y muy acertado: la participación directa y muy activa de los más afectados, los exmilitares. La calidad de los participantes es definitivamente uno de los insumos necesarios más importantes para garantizar seguridad, tranquilidad, seriedad y éxito en negociaciones tan trascendentes y en esta oportunidad como nunca antes, hubo casi unanimidad en aceptarlos y apoyarlos a pesar de las naturales críticas que no faltan.

Lo que estuvo por fuera del menú de premoniciones y presagios siempre presentes en estos procesos fue la aparición de otro conflicto ya no entre dos bandos antagónicos uno por fuera y otro dentro de la ley, sino esta vez entre dos partes que están dentro de la ley, inclusive combatieron juntos y le propinaron duros golpes a las mismas Farc. Los aportes de quienes disienten de lo que otros piensan o hacen son necesarios porque la unanimidad va en contravía del enriquecimiento y diversidad que requieren las soluciones a problemas y conflictos, pero lastimosamente la connotación de la palabra oposición que es como bautiza la política a quienes difieren de otros, polarizó las diferencias hasta convertirlas en posiciones irreconciliables cargadas de agravios, revanchismo y con tintes unas veces de politiquería y otras de conflicto personal.

Tanto la disidencia como el Gobierno cuando han actuado con sensatez han sido muy positivos y aportantes, pero igual han ocasionado mucha incertidumbre sobre todo por las diferentes interpretaciones que le han dado a la denominación del proceso y por la manera como lo han bautizado y rebautizado además de tantas palabras utilizadas que si no son bien interpretadas terminan generando más confusión que claridad, estas son algunas: PAZ, ACUERDO, CONFLICTO, GUERRA, REINSERCIÓN, NEGOCIACIÓN, IMPUNIDAD, CONVERSACIONES, CONFESIÓN, RECONCILIACIÓN, PERDÓN, VERDAD, ARREPENTIMIENTO, RENCOR, RESENTIMIENTO, JUSTICIA TRANSICIONAL, DESMOVILIZACIÓN, INDULTO, RIESGO, ELEGIBILIDAD, entre otras. Evitar su interpretación de acuerdo a la conveniencia de quien la utiliza como argumento para descalificar es imposible, por eso la mejor manera de superar los obstáculos que dichas interpretaciones implica es anteponer a todas las anteriores, estas otras tres palabras: OPORTUNIDAD, CONVENIENCIA Y FUTURO.

Lo concreto hoy es que estamos ante la posibilidad tangible que un ejército clandestino y dañino que lleva el país y sus habitantes sufriéndolo durante más de medio siglo quiere ahora lograr sus objetivos utilizando la legalidad, por eso es necesario entender claramente sus implicaciones si queremos encontrar “la mejor decisión que beneficie a la mayoría”.

– Es ingenuo pensar que con este proceso se logre PAZ, mientras existan tantas personas conviviendo con tanta diversidad de comportamientos es iluso pensar alcanzarla, lo máximo será lograr que algunos abandonen su guerra, pero siempre seguirán otros con sus propias guerras. Tampoco se terminará el conflicto, pero se iniciará la esperanza y esto es ya un gran logro.
– En estos procesos no existen soluciones perfectas ni cuando se busca lograrlas por las buenas y mucho menos si se busca lograrlas por las malas porque cualquier concesión a unos ocasionará resentimiento a otros y cualquier logro de unos puede implicar deterioro en otros.
– No se negocia un conflicto buscando dejar como resultado un triunfador y un derrotado, si se logra una negociación siempre quedarán dos triunfadores aun así se presente en ambos algunos síntomas de derrota.
– Esto que está pasando no es un punto de llegada y mucho menos un final, es la cuota inicial para un proceso de mejoramiento de las relaciones entre dos partes que estuvieron matándose ininterrumpidamente durante muchos años y es también solo el inicio del acoplamiento a la vida normal de algunos guerrilleros que han hecho mucho daño, están haciendo mucho daño y ahora han manifestado el deseo de dejar de hacerlo.
– Es aportante al proceso Colombiano conocer y tener en cuenta las experiencias de otros países que enriquecen y dan parámetros para emular o para no repetir, pero se debe hacer con sumo cuidado para no descalificar el nuestro por lo que les pasó a ellos pues cada conflicto tiene su propia identidad que lo hace único e irrepetible.
– Seguro que la desmovilización no será completa, perdurarán rezagos de miembros de las Farc que continuarán y habrá delincuentes que aprovecharán y se camuflarán como si pertenecieran a ella.
– Que todos los estimados 6.000 hombres armados de las Farc y 9.000 integrantes de sus redes de apoyo dejen de serlo y se dediquen a otras actividades políticas o productivas sanas y legales es imposible, seguro que un porcentaje del 20% o 30% continuarán delinquiendo a su manera y el estado tendrá que seguir combatiéndolos.
– También es un imposible que dejen de usar y que entreguen todas las más de 18.000 armas que se calcula tiene las Farc, quedará en manos de los desertores un porcentaje posiblemente similar al 20% o 30%
– Tampoco será posible desmontar todas las más de 20.000 hectáreas de cultivos ilícitos que las Farc tienen o le cuidan a otros narcotraficantes.
Y así pasará con otras decisiones que se tomarán como el desminado, el reintegro de dinero y propiedades, la entrega de secuestrados y de niños que también secuestraron para utilizarlos en la guerra, etc., pero con todas estas y otras imperfecciones adicionales no queda ninguna duda de lo siguiente:
– No existe antecedente que se le parezca a este proceso que el país está viviendo y el avance y alcance es enorme y ojala de no reversa.
– Es menos malo y menos difícil combatir a 3.000 que a 15.000 guerrilleros y que hacen más daño 18.000 armas utilizadas que 4.000.
– Que si una hectárea cultivada con cocaína o marihuana se reemplaza por productos alimenticios, el beneficio para el campo y el campesino es incalculable.
– Que con seguridad el número de 240.000 muertos y 6 millones de afectados directos hasta hoy por esta guerra de las Farc, serán en adelante muchísimos menos.
– Que ya nunca más se presentarán tantos desplazados como los 5 millones de Colombianos que tuvieron que dejar el campo.
– Y lo más importante: que todo lo anterior, incluidas sus concesiones, sus inconformidades y sus imperfecciones es ya una enorme ganancia que si los Gobiernos futuros la saben aprovechar y la potencian, será para el país mucho más beneficiosa de lo que los más optimistas se están imaginando.
Son tres generaciones las más vinculadas y las más afectadas por lo que pasó y está pasando:
– Los del PASADO que nacieron antes de las Farc y les tocó la parte de su lucha por ideales respetables estuvieran o no de acuerdo con ellos.
– Los del PRESENTE que nacieron después del inicio de las Farc que les tocó su proceso de degradación y el horror impuesto por ellos, por los paramilitares y por los narcotraficantes.
– Y los del FUTURO que nacieron hace poco, más los que seguirán naciendo, que están dependiendo de lo que definan por ellos los del presente y por lo tanto todo lo tienen incierto.

Los del PASADO y el PRESENTE ya lo vivieron, ya lo sufrieron, ya la herida está hecha y no pueden hacer nada por evitarlo, solo les queda la rabia, la necesidad de reparación y el deseo de castigo. Los del FUTURO están por vivirlo, por eso son los próximos beneficiados o damnificados de lo que pase con el proceso son los que necesitan de otra OPORTUNIDAD diferente a la de sus antepasados y a la de sus presentes y es por ellos que el pragmatismo y la CONVENIENCIA debe imperar sobre el raciocinio, el sentimiento y sobre algún grado de ilegalidad. Es imposible olvidar lo que pasó malo y nos afectó para siempre, pero no podemos quedarnos ahí, tengamos en cuenta lo que alguien con autoridad dijo: “Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”.

Nunca la obsesión de la cárcel implicará reparación, solo será un castigo para el victimario que le da la posibilidad de desquite y venganza a la víctima que equilibra la balanza y le proporciona alguna tranquilidad, pero no más, porque el castigo no corrige causas, tampoco evita continuidad y cualquier humano que quiera garantizar su PAZ interna tiene que hacer como suya la siguiente frase que escribió otro: “Perdonar es poder ir al pasado y volver ileso”.

Por último: “La mejor reparación que puede disfrutar cualquier víctima tiene que ver con el FUTURO y no con pasado, es conseguir que lo mismo no le pase a otros de los suyos y de los otros”.

Julio Jaime Calderón Alvarez
Líder POTÉNTHUM

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