Palabrota
De ayer y hoy
Hoy,
encerrado y turbio,
desplomado y agonizando;
desperté,
con ojos rojos y buscándome arrancar la piel muerta que aún me quedaba.
Anoche,
Adolorido pero sin sangre,
álgido pero con hambre de pereza,
acostado pero sin almohada
¿Dónde empezar mi sueño?

«El mundo… Sólo vive de sí mismo: sus excrementos son su nutrición».
La idea de la lucha de clases puede inducir a error. No se trata de una prueba de fuerza en la que se decide la cuestión de quién vence o quién sucumbe, ni de un combate a cuyo término le irá bien al vencedor y mal al vencido. Pensar así es disimular los hechos bajo un tinte romántico. Pues, ya salga vencedora o sucumba en el combate, la burguesía está condenada perecer por las contradicciones internas que, en el curso de su evolución, habrán de resultarle fatales. La pregunta es únicamente si perecerá por sí misma o a manos del proletariado.
Su respuesta decidirá sobre la pervivencia o el final de una evolución cultural de tres milenios. La historia nada sabe de la mala infinitud contenida en la imagen de esos dos luchadores eternamente en pugna. El verdadero político sólo calcula a plazos. Y si la abolición de la burguesía no llega a consumarse antes de un momento casi calculable de la evolución técnica y económica (señalado por la inflación y la guerra química), todo estará perdido. Es preciso cortar la mecha encendida antes de que la chispa llegue a la dinamita. La intervención, el riesgo y el ritmo del político son cuestiones técnicas … no caballerescas.

Walter Benjamin
Pelicula Recomendada!
Fecha: Jueves 12 de febrero
Hora: 7pm
Lugar: Casa Morada (carrera 97 #40-26) San Javier – Medellín
Película: Mishima, una vida en cuatro capítulos
Pais: Estados Unidos
Director: Paul Schrader
Duración: 121 minutos
((Al terminar la película se inicia el conservatorio: aprox. 9pm))

Crónica
70 Días de piedra
Me desperté pensando en el que hacer. Caminé a mirarme esas verrugas y marcas de acné casi eternas que parecen fueran de un joven de 14 años en su plena pubertad. Con un calor lleno de angustia a medio día pero con unas ansias terribles de quedarme en mi cama (y con la pereza que mantengo), Me levanté de la cama y me dedique a organizarme para salir. Queriendo tener nuevas experiencias, o tal vez, Esperando tropezarme con la tal felicidad eterna o el maravilloso “amor verdadero”, o cualquier otra bobadita, como ganarme un chance y que alguien me regale un carro -¿Se imaginan yo con carro y millonario? ¡Andando con putas todas las noches! Como dirían por ahí… ¡Una belleza! Pero bueno sigamos-. Era la 1 de la tarde y salgo a la calle para encontrarme como es costumbre con mis amigos. Uno de ellos me contaba que están planeando un viaje en moto hacia uno de los pueblos del departamento para tener un día de sol, me invitó, y de inmediato me vinieron un montón de absurdos pensamientos, muy negativos además, a mi bezaca (Cabeza), ¿Cuáles?; Qué en el viaje se nos pinchara la llanta y no haya cerca donde despincharla, qué nos quedemos sin gasolina, sin frenos, y demás cosas tan dramáticas que en una película de terror encajarían perfectamente. Luego dije que lo iba a pensar, aunque en realidad la palabra “NO” se plasmaba en mi frente casi como un tatuaje.
Sentado en una acera cerca a mi casa, y continuando con la charla entre amigos, recordé que en ese mismo día se realizarían las exequias de un colega, compañero de estudio que por motivos personales se suicidó. El sólo hecho de tener que mirarlo desmayado en un ataúd me iba hacer recordar los momentos vividos con él, y peor aún, me haría pensar en cual fue el motivo de su conflicto, también como sería y que haría él para quitarse la vida. Además que me dejaría un sinfín de preguntas que me agobiarían por mucho tiempo. Por ende, decidí sacar una excusa para no ir al velorio de ese amigo. –La verdad creí hacer lo correcto en ese momento-. En la noche decidí visitar a una amiga y tratar de distraerme hasta terminar el día como normalmente lo hago.
Al otro día –Día de su entierro- la culpa me comía el alma, me sentía irresponsable e inhumano, entonces resolví ir a ese entierro. La verdad no me fue tan mal -aunque no lo alcance a detallar- sentí que me volvía el alma al cuerpo y que tuve el valor de no dejarlo solo en esa última instancia.
A pesar de tanto miedo, entendí que debo hacer caminos, esos que se hacen viajando. Llenar de amor y desenfreno cada experiencia por vivir. Renacer cada día; para crear, para encontrarse, para existir.