Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

LA VIDA ES BELLA Y TAMBIÉN ES DURA

Hay personas que

de manera inquietante

se sumergen en su tarea

más horas de las que tiene el día.

¡Y nadie se da cuenta!

Sin tratar de herir susceptibilidades, pero para dejar un par de cuestiones en claro, escribo estas palabras y espero se me entienda, una cosa muy diferente a que se clone lo que digo o que se discuta sin argumentos.

Cuando una persona asume que tu trabajo le hace bien a sus intereses, debes cobrar por él. Eso de dejarlo a lo que “la conciencia le dicte”, es para posteriores problemas. Si hago un trabajo o desarrollo una labor, y no me pagan por ello, implica que lo que hago puede estar mal hecho o a “la loca”, sin responsabilidad, porque “¡no me estás pagando, güevón!”, y la cosa queda en amistades truncadas, reproches y comentarios sueltos que, más que ayudar, lo que hacen es empeorar el asunto. Por eso se debe poner un precio, no dejarlo al libre capricho de quién va a recibir el servicio.

Nadie regala confites en un semáforo. ¡Claro que es una ironía! Estar desde la mañana hasta altas horas de la noche, día tras día, bajo el sol o la lluvia, quebrando el corazón de los viajantes, no es tarea fácil. Y en muchas ocasiones te vas convirtiendo en todo un hijueputa, incluyendo la visible grosería de pedir dinero sin ofrecer nada a cambio. Algunos, descaradamente, infunden miedo o una acción violenta sobre quienes no pagan con su “caridad” lo que se supone nos es necesario. Ocurre con frecuencia.

Bien, si la intención es ofrecer conciertos con una banda (de lo que sea), debemos confiar en que la persona que nos contrata sabe bien cómo sonamos y confía en nuestra ejecución en vivo: recuerda que la gente va a escucharte, a pasarla bien con lo que haces en el escenario. Para que eso ocurra se debe trabajar sin medida, robándole tiempo al tiempo, intentando aunque no se logre algo que los demás consideren de buena calidad y que amerite el esfuerzo de pagar una boleta o trasladarse hasta el lugar donde se llevará a cabo la escenificación.

Lo que un promotor busca con ponerte a tocar en un evento, es renombre y dinero, no solo placer… ¡no seamos ilusos! Eso implica que si te llaman para hacer una presentación en tu cuadra o en otra ciudad o en otro país, es porque tu banda tiene “cómo responder”, algo que les dice a quienes te quieren contratar que habrá algo de ganancia (mucha o poca), pese a que podría ocurrir lo contrario. Ten siempre presente que la idea nunca es perder pese a los filósofos del fútbol y se deben hacer bien las cosas, con planificación y sin mucha emoción que empantane el asunto: ¡negocios son negocios!

Si las cosas “no resultan”, puede ser por una mala publicidad, por la ausencia de “visión” mercantil, una mala difusión entre el “público objetivo” o fallas en la logística (un concierto a media semana y sin una entrada de dinero cerca la quincena que llamamos es un ejemplo, y es casi seguro que arrojará pérdidas). Otra posibilidad, es una semana o la misma fecha con varias actividades de la misma categoría, o similares. Y aquí el problema no es la banda (también existe esa opción), sino la claridad y el conocimiento sobre lo que se va a promover por parte de quien organiza el evento. Pero si la banda cumplió con su compromiso, con su parte del contrato, el pago debe ser respetado, pues era parte del acuerdo.

Además, si quieren que tu banda vaya a tocar a la ciudad o país X o al lugar que sea, es de suponer que quienes tienen tal aspiración, poseen los fondos necesarios para llevarte hasta el lugar del concierto (algunas bandas incluyen un ingeniero de sonido y un rodie… incluso más personas). Si no, no puede haber presentación. ¡Lógica de coquito! Si vas a vender empanadas, debes tener una buena receta y un lugar sin mucho tropiezo dónde hacer el “cruce”, sería lo mínimo. “¡Bienvenidos, la banda invitada no pudo venir, pero aquí hay otra!”… también suele pasar.

En definitiva, que haya transporte, hotel y alimentación, un lugar apropiado y buenos equipos para no defraudar al “público”, es lo menos que se puede esperar. Y hay agrupaciones que, además (es lo que quiero recalcar), cobran por su show, por pararse en la tarima y descargar su sonido, su pasión, su trabajo… es su manera de vivir, aunque no dé para tanto. Porque si tú no lo sabías, hacer de músicos no es ir por la calle ofreciendo sonrisitas y selfis ni reunirte con tus parceros a tomar hasta caerte de la borrachera y tirar perico sin medida en la esquina o en el bar (aún hay quienes lo hacen, yo lo hice también)… y ¡qué chimba de parche!

La música es algo serio, algunos lo entendimos después de mucho tiempo, otros ni siquiera se han enterado. La música, decía, es una seriedad que también nos divierte (no lo niego), pero que va más allá de hacer un ritmo desencajado como lo que comúnmente hacemos algunos, y conlleva una gran precisión: una banda (sea esta underground o no) invierte en instrumentos, en transporte, en ensayaderos y, entre otras mil cosas, en una gran cantidad de horas quebrándose la cabeza para crear algo que sea digno de mostrar, algo que valga la pena. Si tu decisión va por ese camino, habrás de ser un músico comprometido con la música, no solo con la fiesta y qué más da.

Si lo que quieres es tener una banda que gana dinero por su presentación, deberás tener una gran disciplina, una rutina, una mirada que vaya más allá de la reunión en la esquina o en los bares, o en un solo ensayo cada fin de semana o días antes del toque… qué pena insistir. Hacer música, hacerlo con la idea de “surgir” en el mercado y hacer parte del circuito de “los grandes”, de las figuras más sonadas de la industria, exige mucho estudio, dedicación constante, soledades e insomnios… enormes sacrificios, al fin y al cabo. Y cuidado, mucho cuidado. Lo mismo ocurre con cualquier profesión si se aspira a vivir de ella, de la A a la Z: no ser uno más entre los mismos de siempre, tiene un costo. ¡Por eso vale!

El llamado es, pues, a que si tú quieres hacer el parche y san se acabó, botar la agresividad que llevas encima sin esperar retribución alguna “¡y que viva!” (otra ironía), es tu decisión y no podrás exigir nada más allá de eso. Estás en todo tu derecho de hacerlo. Pero si es lo contrario, si tu búsqueda es dar un paso más, llevar lo aprendido hacia adelante, “llegar lejos” como dicen, ya sabes lo que debes hacer… y aún más: ¡debes exigirte antes de exigir! Sobre todo esto.

Debes trabajar muy duro para que no te salgan (que lo harán) con que cuánto es lo mínimo, que pillá que es con las uñas, que es por una buena causa, que no te olvides que somos una escena, que tocó pagar menos (o no pagar) porque no hubo la gente que se esperaba y demás socarronerías que no deberían suceder… ¡lo hemos hecho tantas veces! Sobre todo entre amigos y demás personas que, además, tienen banda y han vivido y padecido esta lucha de las mil maravillas, este cuento al otro lado del espejo, esta inocultable pasión que nos mueve las ganas y nos alimenta el espíritu y algunas veces el estómago (el ego está bien fortalecido, no lo dudo).

¡Exijo respeto, yo soy un artista!”, suele escucharse entre desganos y falsos halagos, y muchos no se han dado cuenta que ruedan cuesta abajo con sus “fans”, con esa fila indigesta de feligreses que viven a la sombra de los demás. Porque, para muchos, es más importante que los vean, que los conviertan en predicadores de una nueva raza de fulanos y sutanos, y se aprestan a ser recibidos con bombos y platillos, en lugar de hacer música de la que truena y carece de vigencia. Entonces van siendo llevados a un boquete cada vez más estrecho que los detiene y les cierra el paso, al punto de ser envueltos en el hedor del fracaso y el astroso sabor del olvido.

Y así vamos quedando poco a poco en manos de la historia que no podrá saber fehacientemente de qué se trataba, por más memoria que haya, por más ficción patentada que aparezca… pero muchos de nosotros daremos aún la pelea, eso es lo que esperamos de nosotros mismos y de los demás… ¡la estamos dando! Y por eso te escribo hoy después de un largo aguacero de casi dos días aunque solo reste irnos con nuestra música para otra parte.

¡Después no digas que no lo sabías!

VÍCTOR RAÚL JARAMILLO

Medallo, 10 de mayo de 2019 (4:20 a.m.)

Compartir:

Facebook
Twitter
WhatsApp

También te puede

interesar

Revolución del lenguaje
Xenofobia
Peladxs parlantes
Mientras desayunamos