Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

LOS HIJOS DE LA GUERRA

En la lista de animales rapaces

no figura el hombre

el más rapaz de todos

porque él es quien hace la lista.

Jaime Jaramillo Escobar

Si tú decides vender a otro un huevo de gallina, no le salgas con un huevo de codorniz que tiene el precio de uno de avestruz.

Así comenzó toda esta farsa, esta larga historia de miserias en que nos vemos situados. De tal manera se fueron agrupando los amantes de la holgura para caer en manos de la corrupción y el crimen.

Por eso se lanzan aparentes verdades y se manipulan a conveniencia las vías de acceso al conocimiento y a la información que nos llega a través de los medios que la economía limita y controla.

Para eso se han creado las familias de la usura con sus detallados cálculos: para sostener el saqueo continuado mientras meten a la cárcel al que se roba un pan en la tienda de la esquina.

Nos han vendido guerras donde somos nosotros los que ponemos los muertos. Nos patean en la cara estupefacta y nos dicen que aguantemos, que así es la vida. Que dios y la patria nos lo agradecen, aunque no tengamos digna sepultura.

Y en sus lujosas casas protegidos por sus sabuesos se toman un trago fuerte y ven correr la sangre en la tele, luego de su desestresante partido de tenis.

Ellos sugieren que abramos la boca para meternos el miedo y nos sacan las muelas porque no tendremos nada para comer. ¡Sería un desperdicio!

E inventan virus fatales que sus laboratorios liberan para someter a la especie y crear sin muchos reproches un nuevo orden mundial, pensando, eso sí, en las multimillonarias ganancias, pues ya tienen la vacuna.

Ellos hablan con prudencia para no delatarse. Y con gestos de no saber nada o muy poco, nos piden cordura ante sus incalculables y atroces abusos. “Ya vendrán tiempos mejores”, susurran. Y nos quitan el derecho a disentir.

Y tú y yo y los demás, vemos cómo se aproximan en sus camionetas blindadas con logotipos de organismos internacionales, listos a disparar si no se cumple con las directrices del protocolo.

Una inocente formalidad que ha sido impuesta por los filántropos más ricos del planeta tan bondadosos y llenos de amor y dulzura, mientras sueñan despabilados con el fin de la humanidad.

Método violento que invierte en regalos para los niños en los que se incluye, con la total aprobación de sus padres, un chip diseñado por las almas más puras del vecindario para tele-dirigir a los hirsutos esclavos que sigan con vida sobre la tierra.

Y así, la guerra va cambiando su rostro rapaz y lo oculta tras una máscara de tela y se lava las manos diez veces al día.

Por si las moscas.

VÍCTOR RAÚL JARAMILLO

Medellín, al día 15 de mayo de 2020, en cuarentena.

Imagen: PAOLO TROILO

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