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¡Nada justifica el homicidio! #InstintoDeVida en América Latina

ARAM BARRA – 29 November 2017

Durante el último año, unas 50 organizaciones de los 7 países más violentos de América Latina han impulsado una campaña por la reducción de homicidios. La coalición de #InstintoDeVida busca promover un debate honesto y abierto sobre la normalidad con la que hoy vivimos la violencia en la región. Retar el status quo y construir soluciones basadas en la evidencia y los derechos humanos.

La urgencia no es para poco. Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Venezuela concentran el 38% de los homicidios del planeta. Esto es, cada 15 minutos ocurren 4 homicidios en América Latina y el Caribe; un promedio de 144 mil personas son asesinadas al año.

Para cambiar esta situación, la coalición de organizaciones buscó, primero, estimular la empatía y facilitar la organización de movilización pública. Además de la protesta, diversas organizaciones en los 7 países buscaron promover actividades culturales para involucrar al mayor número posible de personas.

En San Salvador, Ciudad de Guatemala y Medellín se organizaron festivales para celebrar la vida. En Caracas y en Cali se convocaron a procesos de duelo públicos donde familiares de personas asesinadas recuperaron la esperanza a través de la memoria. Desde Río de Janeiro y hasta Ciudad de México, cientos de miles de latinoamericanos dijeron claro y fuerte: “¡nada justifica el homicidio!”.

A la par, diversas organizaciones en la región promovieron debates técnicos sobre la incidencia de homicidios y las políticas públicas basadas en evidencia que han mostrado impacto positivo en la reducción de la violencia letal. Atrás quedó la época en la que la ‘mano dura’ se presentaba como la única respuesta posible. Por el contrario, la represión a través del uso de la fuerza se reconoce cada vez más como una política incompleta, inefectiva y contra-producente para conseguir la reducción de homicidios.

Destaca el caso de México, donde en medio de una guerra contra las drogas financiada por los Estados Unidos, ha desplegado desde 2006 y hasta marzo de 2017 a 540.214 efectivos del ejército y 100.481 efectivos de la marina. El nada positivo resultado es bien conocido y ha llevado a México al año más violento en su historia moderna. También destaca Venezuela, donde entre mayo y septiembre de este año se reportaron 755 homicidios en la Gran Caracas, de los cuales 246 fueron víctimas de la fuerzas policiales en operativos (el 35%).

Por el contrario, ciudades como Pelotas en Brasil, Guadalajara en México y Medellín en Colombia dieron los primeros pasos hacia la puesta en marcha de planes locales de reducción de homicidios, de la mano de expertos, académicos y miembros de la comunidad. En Guatemala, el viceministerio de prevención de la violencia comenzó una serie de consultas públicas para la creación de una ‘hoja de ruta’ que mantenga la tendencia a la baja de los homicidios en el país.

En este sentido, la coalición #InstintoDeVida ha tenido a bien promover un menú de políticas públicas basadas en evidencia para la reducción de la violencia letal. Las intervenciones se clasifican en 5 grandes campos, a saber: las dirigidas a personas, a lugares, a los facilitadores o instrumentos; a las instituciones y al entorno.

Las intervenciones dirigidas a personas incluyen: la terapia cognitivo-conductual y otras técnicas estructuradas basadas en la psicología clínica que promueven cambios en el comportamiento; la prevención de la reincidencia; las políticas de prevención del feminicidio, incluyendo el mejoramiento de los servicios de salud que puedan identificar violencia en la pareja; la disuasión focalizada, y la mediación de conflictos.

Las intervenciones dirigidas a lugares incluyen: la intervención de puntos calientes identificados a partir de datos y direccionando recursos humanos y materiales a zonas definidas, y la intervención urbana que busca fortalecer la integración social y la recuperación del espacio público.

Las intervenciones dirigidas a facilitadores incluyen: la regulación y control de armas de fuego y municiones, incluyendo medidas para restringir su compra y porte; medidas focalizadas en la regulación del alcohol para reducir hechos de violencia, y estrategias de reducción de impactos en los mercados de drogas.

Las intervenciones dirigidas a las instituciones incluyen: el fortalecimiento de las capacidades del sistema de justicia para esclarecer los homicidios creando unidades especializadas para la investigación de homicidios con coordinación de la fiscalía, la policía y las autoridades civiles, y el fortalecimiento de las capacidades de la policía y su relación con las comunidades; creando policías profesionales con capacidad de acción en lo local y con relaciones positivas con la comunidad.

Finalmente, las intervenciones dirigidas a influir el entorno incluyen: la prevención temprana, fortaleciendo capacidades parentales y de protección familiar; el acceso a oportunidades y políticas sociales innovadoras que promuevan el crecimiento e inclusión de los más desfavorecidos y el desarrollo equitativo, y el fortalecimiento de las capacidades de las comunidades para responder a la violencia.

Un catálogo completo, incluyendo la revisión de la literatura que apoya cada medida, puede ser encontrado en el menú de políticas públicas de #InstintoDeVida. El cúmulo de experiencia se basa en el análisis de las políticas instrumentadas en América Latina durante las últimas dos décadas. Además, se presentan como un menú, pues la pertinencia de cada una debe ser analizada a la luz de los desafíos del lugar donde se piensa utilizar.

Tras una reñida elección presidencial en Honduras, y el inicio de procesos electorales en Brasil, Colombia, El Salvador y México en los próximos meses, la coalición #InstintoDeVida buscará seguir fomentado un debate técnico honesto e informado, particularmente en el ámbito local. Además, muy probablemente veremos que todos estos países tendrán interesantes discusiones nacionales sobre seguridad. Después de todo, un proceso electoral es el lugar natural para modificar el camino o mantener el ritmo.

A día de hoy hemos logrado dejar atrás la idea de que las altas tasas de homicidios son normales o aceptables. Llegó el momento de entender sus causas y sus consecuencias, así como discutir lo que podemos hacer para cambiarlo. Para ello, es necesario que continuemos priorizando la reducción de homicidios en nuestras agendas públicas.

Además, debemos seguir insistiendo que los gobiernos locales y nacionales generen información pública y confiable sobre la violencia letal. La existencia de datos válidos y confiables es indispensable para formular y evaluar políticas de prevención y reducción de homicidios.

Es urgente que en los 7 países más letales de América Latina, adoptemos planes para la reducción de homicidios, acompañados de objetivos bien definidos. Para ello, hay que identificar claramente una teoría de cambio, con metas claras y recursos específicos. Después, generar alianzas para responder a los problemas más urgentes sin ignorar las transformaciones necesarias en el largo plazo.

La tarea frente a nosotros es titánica. Sin embargo, la buena noticia es que hoy sabemos lo que funciona para reducir el homicidio y tenemos, además, buenas radiografías del fenómeno para poder actuar en consecuencia. Es decir, conocemos el problema y tenemos herramientas a nuestra disposición. Ahora es momento de poner manos a la obra y construir paz de una vez por todas en nuestra América Latina.

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