Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

MARGINALES UNO

Nadie sabrá nunca cuál es la verdad,

ni tampoco el número de errores

que maneja cada hombre

en todos los instantes de su vida.

Vicente Huidobro

 

 

1

Entender es ser desgraciado.

 

2

Los ultrametaleros, punkeros y harcoreros de Medellín, nos vestimos de negro porque ese es nuestro luto por los asesinados del planeta azul.

 

3

¿Ya es hora de jugar sin Dios?

 

4

Se puede vivir sin Dios.

 

5

Soy un místico inmanente y, por serlo, tal parece que soy ateo. Ateo como Dios.

 

6

Soy producto del placer, del ánimo de perpetuación, también del amor que no es posible sin cuerpo; por esto el cristianismo puso a resucitar a su Jesús, al igual que los griegos a Dionisos y los egipcios a Osiris.

 

7

El alma no es un regalo o derivado de la divinidad, es la existencia de los hombres conectada con su vida diaria. No hay esencias prefijadas.

 

8

Todo lo que he escrito sobre dioses, diosas y ese tipo de supersticiones, no es para teólogos… los veo venir… son momentos para brindar con mis amigos y mis amantes.

 

9

“Dios” es una categoría gramatical. ¿Por qué nos empeñamos en tratarlo como categoría existencial?

 

10

No puedo amar a un dios metafísico porque no tengo su cuerpo; pero si lo que llamamos “Dios”, es la suma de lo viviente, lo amo sin ninguna queja.

 

11

Si te ríes de los “diferentes”, no tardarán en reírse de ti los “iguales”.

 

12

El simulacro nos da la custodia de una naturaleza muerta.

 

13

La mayoría de las veces pretendemos conocer el curso de nuestras vidas y de prever y controlar los acontecimientos. Pero…

 

14

No retroceden las miradas de un cantante, no se rinden las partituras del presagio.

 

15

Todavía se piden argumentos de autoridad. ¡Terrible!

 

16

Olvida las idealizaciones para que tu vida no fracase en la decepción.

 

17

El nuevo hombre podría crear sin muletas metafísicas.

 

18

Caminamos erguidos como falos, por eso cada uno es un centro.

 

19

Madres: no tienen por qué sacrificarse, sean alegres de pensamiento.

 

20

La buena crítica es la que reconoce las heridas que la obra deja en nosotros.

 

21

Siempre hay algo superior a uno mismo. Precisamente uno mismo. Para identificarnos como tal, debe haber fuerza, paciencia y creación. Además de amor, mucho amor.

 

22

El hecho de democratizar el conocimiento, de ponerlo en todas las manos, no significa que lo debamos vulgarizar como con la autoayuda. Hay que conservar la estatura.

 

23

Nietzsche, que es muy probable que conociera muy bien al poeta y músico Orfeo, quizá olvidó su magnánima cabeza, su lira, su santuario en Lesbos; olvidó tal vez su correspondiente lugar entre Dionisos y Apolo, o quizá, lo adoptó al intentar alejarse de las mujeres y entenebrarse en la ausencia de “Eurídice”, de buscar “pájaros delicados” que no se dejan atrapar en el “prado verde”.

 

24

Después de usurpar el templo de la diosa, la testosterona anunció su poder, comenzó la guerra. Pero poco a poco, la testosterona ha ido dando entrada a los estrógenos y ve que ha cometido un error. No obstante, cuando la sabiduría de la fertilidad y la abundancia pareciera que entra festiva y en paz, ya ha sido demasiado tarde: nos hemos aniquilado los unos a los otros.

 

25

¿Por qué seguimos buscando reconocimiento esclavizando al otro, el igual en humanidad, convirtiéndonos en señores? ¿Por qué lo asesinamos?

 

26

La razón sensible va entrando cada vez más libre con su erótica en la cultura, se abre en la orgía de su aparecer.

 

27

Esconder la ignorancia tras la autoridad es lo que ha sembrado estos ríos de sangre.

 

28

En este mismo instante yo soy un hombre y no soy una vaca. Ser y no-ser son posibles en una misma realidad.

 

29

Sí, debes aprender a amar aunque el amor no sea suficiente; debes aprender a ser feliz porque a eso hemos venido, que es sólo un decir: a aprender y a ser felices. Pero debes luchar, debes conquistarte a ti mismo antes que nada, y así podrás saber de qué hablo.

 

30

Importunemos: lo que hay que aclarar de la reptante dignidad de los que “vuelan”, es que ni el cristianismo ni su dios, son La Verdad, El Camino y La Vida. Esta megalomanía espiritual no pasa de ser una enfermedad mental como Colombia, la loca de Latinoamérica. ¡Nos estamos matando por el miedo a morir!

 

31

Una señora espera el bus. El mismo que la atropella junto a dos transeúntes casuales porque venía sin frenos estrellándose en una pared del barrio que recorría. En total, mueren 25 personas, pero 3 quedan con vida. Este es precisamente el tipo de milagros en que no creo. Por ende…

 

32

Había una vez un homo que se reunió con los de su misma especie. Caminaron y cazaron juntos; pero cierto día uno de ellos cayó inerte y olía extraño. Los demás no sabían qué pasaba, e inquietos decidieron acumular piedras para protegerlo de la intemperie. Es así que se concilió la fiesta y todos bailaron a su alrededor. Entonces imaginaron un sol bondadoso que estaba “más allá”, en el lugar que su congénere visitaría ahora. En ese preciso momento nació el ánimo de trascendencia, la noción de futuro: nacieron los dioses. Patrañas derivadas del miedo a desaparecer.

 

34

Parafraseando a Fernando González, cuando pensaba como un viejo, le digo al joven: viaja sin prisa, ten calma, no te acostumbres a mirar a los demás por encima de sus cabezas, porque puedes conocer la doble tristeza, el asunto de que no siempre tendrás la razón ni tienes el poder sobre nadie. Una vez hayas tenido memoria de ti mismo, busca la fuerza para seguirte, para ir tras de ti en un acecho perspicaz. Por eso coquetéale a la levedad. Al fin y al cabo, antes eras “común”, esto es, un hombre que caminaba dormido y olvidaba lo que hacía en el sueño.

 

35

Hay varios tipos de locura: en mi genética sólo observo dos: la del reconocimiento o del pathos que es la del genio; y la de la hybris o del exceso, que es la del necio. Acaso una tercera: la de la alethéia o de la verdad, que es la del místico o la del sabio que van por el camino de la sensatez.

 

 

Todas las cosas son lo que uno piense de ellas.

Metrodoro de Kío

 

Imagen: fotografía de Igor Zenin

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