Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

SOCIEDAD VIOLENTA

misericordia con el humillado, una moneda, no como desde hace tres días. yo no soy el problema, soy la consecuencia. no me obligues a robar tu apatía… ¡hijueputa! le dio un balazo en mi presencia y dejó a su hijo en mitad del mundo con una locura que lo hará más peligroso… me violó y luego me dio un puntapié en la cara, nunca me habían tratado tan mal. y encima me llena de insultos… dijo que iba por pan para el desayuno, llegó con las manos vacías luego de una semana y oliendo a sexo en todo el cuerpo ¿cómo quiere que no la mate?… la patria que pisan y que no les pertenece está sembrada de bendiciones que el sacerdote cobra a altos intereses… lo secuestraron desnudo, lo sacaron del baño y se lo llevaron. la policía dice que no se puede hacer nada hasta que pasen 72 horas… me pidió el favor de que le prestara un par de millones y ahora no contesta el celular, no responde mis mensajes y ayer, día de mi elección, me dicen que llegó al restaurante que solíamos visitar cuando éramos pareja, abrazando a un amigo del partido y pidió el plato más caro y un vino de reserva… ellos entraron disparando sin importar ni los niños ni los animales ni las mujeres ni nadie y dicen que es por la democracia, ¡por la libertad!… duerme sobre un par de cartones en un rincón de la calle, un costal abierto le cubre las piernas, tres periódicos el torso. un muchacho que se ve bien, le echa gasolina y le prende fuego… el perro es arrastrado con una soga desde una motocicleta y las personas ni se inmutan. el conductor, ebrio, ríe tan alto como una máquina de torturas… en la entrada del hospital van cayendo como si una bomba megatónica brotara de la tierra. los médicos dicen que ninguno tiene carné de seguridad social… ayer te vi en medio de la gente. te veías hermosamente hermosa. pero al buscar tu mirada, recordé que somos pasajeros de lo pasajero.

 

Imagen: Paolo Troilo

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