Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

Aquí no guardamos miedo

Entre la zozobra y la reciente ola de violencia, la Calle Barbacoas núcleo LGTBIQ+ en el Centro de Medellín, resiste con arte, disfrute y lucha popular.

Por: Julián Hoyos Jaramillo – Valeria Meneses Alfaro – Juan José López Ochoa – Kevin Camilo Rico Ruiz – Jordan Calle Areiza. Editores de Ciudad

La Calle Barbacoas se encuentra en el centro de la ciudad, en el barrio La Candelaria, bordeada por Sucre y la Oriental; como otras famosas calles “curvas”, Barbacoas se convirtió en una zona de distensión de la normalidad y el orden social preestablecido, la apuesta de esta calle se construyó con la misión de ser un espacio para aquellas personas diversas, que optaron por hacerse un lugar a su propia medida, lejos de los que les violentan

Barbacoas, es un espacio habitado por la Población LGTBIQ+. Hace aproximadamente 35 años, cuando los primeros bares abrieron sus puertas al público y se atrevieron a convocar maricas y marimachas a las rumbas, así se empezó a gestar un espacio de homosocialización, de reconocimiento parcial que entró a competir con la zona de Guayaquil como el lugar predilecto de las maricas; pero las travestis tan características de Barbacoas llegarían después. 

De aquellas épocas solo queda El Machete, primer bar gay del lugar y referente obligado cuando se menciona el nombre de Barbacoas, claramente la fiesta es una constante, una columna vertebral que articuló la calle de antaño, de mala fama y permeada por la prostitución y la drogadicción con la de hoy, un espacio seguro y de refugio que ha logrado construir un discurso de lucha popular diversa.

Como es habitual para la población LGTBIQ+, en esta calle las fuerzas de resistencia voluntarias e involuntarias a la segregación sexual ejercidas por la sociedad, se han agrupado alrededor de la fiesta, el disfrute, la música, el arte y el performance, Barbacoas en sí mismo puede entenderse como un performance sobre el orgullo y la diversidad, que se extiende entre bares, discotecas, licoreras y la vía pública, donde en palabras de José Vallejo visitante habitual de la calle “el encuentro no gira solo alrededor de la rumba sino que se le da un sentido más de lucha”, así pues Barbacoas convierte el disfrute del cuerpo, del arte y de la fiesta en un motivo político, el disfrute de los raros tan incómodo a los ojos de los hegemónicos, es una bandera de lucha que Barbacoas hizo suya.

El bar Kanahan abrió sus puertas hace aproximadamente 15 años, su dueña actual es Natalia Galiano lesbiana orgullosa del esfuerzo que se ha gestado en Barbacoas por volverlo un espacio inclusivo y seguro, que le acogió mas joven y desde el cual hoy aporta como propietaria de uno de sus bares más emblemáticos Foto: Camilo Rico

El bar Kanahan abrió sus puertas hace aproximadamente 15 años, su dueña actual es Natalia Galiano lesbiana orgullosa del esfuerzo que se ha gestado en Barbacoas por volverlo un espacio inclusivo y seguro, que le acogió mas joven y desde el cual hoy aporta como propietaria de uno de sus bares más emblemáticos. Foto: Camilo Rico

En barbacoas lo público y lo privado tradicionalmente entendidos como opuestos son en esencia, instrumentos de una misma causa, la calle y los bares son los escenarios predispuestos para que las maricas abran sus alas con libertad, las trans se expresen con tranquilidad, las lesbianas se amen con orgullo y todos los rares, diversos, queer y demás excluidos, por motivos religiosos, racistas o de clase de otros espacios “diversos” de la ciudad, puedan ser quienes son, con la felicidad de no ser juzgados por ello. 

Vos sabes que siempre han estigmatizado a la población LGTBI, nos consideran minoría, pero no lo somos 

Mantener y construir Barbacoas como espacio seguro, íntimo y de confianza ha sido tanto trabajo de aquellos que asisten a los bares, discotecas y moteles de la calle, como de los dueños y colectivos que ven en los fenómenos que se gestan una oportunidad de construcción de tejido social y no solo una posibilidad de lucro económico.

“Las conglomeraciones que se reúnen acá justamente buscan un compartir muy colectivo, en cambio en otros lugares es por un bien particular”, asegura Luana Du, trans asistente a la conmemoración del día de la visibilidad Trans que se hizo el pasado 23 de abril. Esta visión también la comparten diversos habitantes de la calle y les motiva a continuar asistiendo al encuentro mediado por la fiesta. 

Y es que es imposible no reconocer diferencias amplias con otros espacios reclamados por la población LGTBIQ+ en la ciudad, como las zonas rosas de otros municipios del área metropolitana o el parque Lleras, con reconocidos bares como Oráculo y Querida, donde si bien la población diversa es la que habita, poco campo se le otorga a aquellas maricas y trans que no han tenido las oportunidades de desarrollar una vida económicamente estable, a Barbacoas la frecuentan por otra parte poblaciones de clases sociales más bajas, aunque existan espacios inclusives para los sin clase, para los habitantes de calle, como es el caso de Candela, mujer trans, abiertamente farmacodependiente, activista y habitante de calle, que ha hecho de Barbacoas su fortín de acción y su plataforma de denuncia artistica y politica. 

Hay mucha gente, grupos sociales y mesas comunitarias que han hecho miles de cosas.

Foto: Juan José López

Hablar de Barbacoas como un ente homogéneo que se mueve políticamente de manera articulada podría generar malentendidos sobre el carácter diverso, disgregado y voluntarista de las muchas empresas, colectivos, personas y voluntades que se mueven líquidamente por los establecimientos y la vía pública de esta calle, cada persona que ha habitado este espacio ha promovido desde su individualidad una forma diversa de ejercer la soberanía de su cuerpo, sus sentimientos y su ser.

Barbacoas es una calle de colectivos, de personajes y de movimientos, “hemos sido una casa, el closet de mucha gente” expresa Natalia Galiano dueña del bar Kanahan y habitante tradicional de la calle. Allí no solo se sale del closet, sino que contrariamente algunos lo han usado como eso, como su closet, un fenómeno de interpretación que es como la misma calle, diverso. 

Cada una de estas concepciones y experiencias vividas en Kanahan, en el Machete, en Mambos, en Dreamshots, en Noches Alteradas o en Rainbow las atraviesa el arte. Barbacoas es un lugar de expresión, de creatividad, de desfogue del cuerpo en el baile, de denuncia en el performance, de sentimentalismo en la música y de pasión en la pintura, allí se parchan las trans y las Drags a hacer sus shows en los bares y en la calle, aprovechando la configuración acogedora de la pequeña curva que se presta para que asistentes a cada local observen las puestas en escena. 

Hacemos arte performativo en las calles de Medellín para que la movilidad de las mujeres y las personas trans no sean reducidas a una esquina y a una cuadra, porque nosotros somos sujetos de derechos y nos podemos movilizar

Este fue el caso de la reciente conmemoración de la Visibilidad Trans el pasado sábado 23 de abril, donde, a pesar de la lluvia, todas las letras del acrónimo se reunieron en la vía pública, en torno a la música, el disfraz y el teatro.

“Decidí habitar mi cuerpo, decidí operarme para habitar este cuerpo. He decidido cambiar mis nombres, para habitar este cuerpo de la manera que más me funcione para relacionarme con los demás”, cuenta Emiliano, hombre trans mientras recuerda la importancia de las personas trans para la lucha colectiva por el derecho a ser y existir como se desea, sin sufrir de la segregación de los hegemónicos por ello. 

Así mismo, el pasado 5 de abril cientos se reunieron en torno a la luz de las velas por aquellos que murieron en la reciente ola de violencia contra gays y las trans de la ciudad “se lo dedicamos a todas las personas asesinadas trans, a las madres trans y también a los chicos gay que están siendo asesinados a manos de criminales.” dijo Juliana Osorio, mujer trans activista que es de las pocas en la calle que reconoce haberse amedrentado y haber tenido miedo, sentimiento que vivió, pero que no guardo.

Aquí no guardamos miedo 

Cuando se le preguntó por la seguridad de la calle, Natalia Gaitán expresó que más que un recordatorio del bastión que ha representado esta para todas las maricas, travestis, areperas y un largo etcétera, es una consigna política en tiempos de dificultad, una idea que Barbacoas aprendió después de muchos sufrires y pesares, entre la delincuencia, la violencia, la homofobia, la prostitucion, la discriminacion, el abuso de sustancias y la muerte.

Foto: Editores de Ciudad

En Barbacoas, aprendieron a aceptar y sentir el miedo, pero no guardárselo, a transitar a nuevas formas de sentir y de ser, proteccion de los desprotegidos, así como la cebra ataviada con la bandera LGTBIQ+ separa a Kanahan del Motel Mansion Suite donde se ejece ocasionalmente la prostitución, en Barbacoas han aprendido a transitar de las dinamicas tradicionales, dañinas y problematicas a traves del amor, la diversidad y la inclusion hacia el disfrute y el colectivismo. El modelo de seguridad moral, física y emocional de barbacoas se debe a sí mismo la oportunidad de expandirse a otros sectores de la ciudad donde los raros aún guardan miedo.

 

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