Medellín es como una película porno de bajo presupuesto —que como actor principal tiene a Ron Jeremy— y todos la quieren comprar, la quiere ver, canjear, esta en la crítica de todos, y gana records mundiales.
Somos los directores y productores de esta película y hemos contratado a los mas malos actores, fotógrafos, diseñadores, camarógrafos, etc. Pero no nos importa, pues el mero morbo del amarillismo hará que sea taquillera y no estemos en quiebra.
¿Pero a cambio de qué? De nuestras mejores ficciones.
Medellín podría ser una ciudad soñada por artistas, una película porno — como dice Erika Lust— donde todo importa: el olor, el sabor, la textura, los sonidos, la empatía, EL AMOR.
Llevamos varias semanas con alerta ambiental en la ciudad, amenazas con panfletos de una minoría armada, toques de queda que nos arrebata el habitar, instituciones que nos dejan solos e historias lamentables de homicidios.
Pero no nos encerremos y dejemos invadir por el miedo de una Medellín atroz, reclamemos el aire, la noche y nuestros cuerpos en una ciudad amada, donde podemos estar con nuestras ficciones, cambiando nuestros miedos cotidianos.