No luches guerras perdidas, lo he decretado y hasta firmado conmigo mismo. Yo seré quien de fin a mi existencia sin ningún drama, ni lío total. Nadie se acordará de lo que fui y mucho menos contará lo que seré, solo deja que el tiempo me desintegre al volverme parte difusa de tu memoria y pedazo muerto de tu hipotálamo.
Soy débil, estúpido, ígneo y sin dejar atrás lo inimaginablemente odioso, soy menos que un virus en el mundo parásito del vivir diario que convive y ve morir todo lo que se hay en esta tierra. Soy efímero, no entiendo el revuelo solo porque un fierro caliente calibre 38 atraviese mi cerebro de extremo a extremo, destruyendo palmo por palmo lo que fui, lo que seré, lo que soy, lo que siempre odie.