LA POESÍA
Componer poesía es engendrar. Toda poesía ha de ser una viva individualidad. ¡Qué cantidad tan inagotable de materiales existe por doquier para lograr combinaciones nuevas y únicas! El que haya adivinado este secreto sólo necesita decidirse a renunciar a la infinita diversidad y a su mero goce y empezar en un punto determinado, pero esta decisión exige la renuncia a la libre sensación frente a un mundo ilimitado y la limitación a un solo aspecto del mismo.
¿Acaso deberíamos atribuir nuestra existencia terrena a una decisión semejante?
Únicamente el artista puede vislumbrar el sentido de la vida.
La poesía diluye la existencia ajena en la propia.
El auténtico poeta es todopoderoso, es un mundo real en miniatura.
La poesía es la realidad absoluta. Ese es el núcleo de mi filosofía. Cuanto más poético, más verdadero.
El artista se levanta sobre el hombre como la estatua sobre el pedestal.
La poesía es el gran arte de construir la salud trascendental. El poeta es, pues, el médico trascendental.
La poesía dispone a su antojo del dolor y el cosquilleo, del placer y el displacer, el error y la verdad, de la salud y la enfermedad. Lo mezcla todo para conseguir el fin de los fines, la elevación del hombre sobre sí mismo.
No puede determinarse sin más en qué consiste propiamente la esencia de la poesía. Es infinitamente compuesta y, por cierto, nada sencilla. Hermoso, romántico, armonioso, sólo los términos parciales de lo poético.
La capacidad para la poesía tiene mucho en común con la capacidad para el misticismo. Es la misma que para lo peculiar, lo personal, lo desconocido, lo misterioso, lo que hay que revelar, lo necesario-casual. Él representa lo irrepresentable. Ve lo invisible, siente lo insensible, etc. Crítica de la poesía es un absurdo. Ya resulta difícil si algo es poesía o no; sin embargo, es la única decisión posible. El poeta está verdaderamente privado de juicio, en cambio todo se da en él. Él representa por excelencia a la vez sujeto y objeto, alma y mundo. De allí la infinidad de un buen poeta, su eternidad. La capacidad para la poesía tiene estrecha afinidad con la capacidad para la profecía y la religión, con la capacidad provisionaria en general. El poeta ordena, une, elige, inventa y a él le resulta inconcebible por qué precisamente así y no de otro modo.
El poeta comprende la naturaleza mejor que la mente científica.
Poetas son a la vez aisladores y conductores de la corriente poética.
(…)
Resulta sumamente comprensible por qué al fin todo se torna poesía. ¿No se convertirá el mundo finalmente en alma?
Novalis (Alemania 1772 – 1801)