“Amigos de crianza todavía viven en el barrio, algunos se fueron y
otros simplemente… ya no están, murieron”
“El barrio La Cruz es el barrio donde canto, venga les cuento
como es que canto. El barrio La Cruz es el barrio donde vivo,
venga les comento como viven mis amigos” (bis)
Es la canción que Yuli Andrea Zapata canta. Mientras mira un libro de
la biblioteca del barrio y se lo enseña a su hijo de dos años
cuenta: “Eran tiempos de mucha violencia, recuerdo que nos
pasamos mucho de casa y en mi patio tiraban a todos los muertos,
muchos amigos se fueron y otros todavía viven en el barrio; en el
2000 jugábamos a las escondidas y siempre encontrábamos un
muerto por ahí tirado”. Algunos afirman que se llama La Cruz porque
en los años 70, en Semana Santa, caminaban desde la capilla hasta el
alto de la montaña con las cruces en la espalda. Otros recuerdan que
palos de madera formaban una cruz que sostenía un gran cable,
desde el inicio de la montaña hasta la última casa habitada en las
laderas para obtener energía eléctrica.
“Cuatro familias habitaban el barrio, las familias de: Don Álvaro, Doña
Ofelia, Doña Olga y Doña Reina” relata Olguita, una de ellas vive hace
50 años en el territorio. Su niñez transcurrió entre los quehaceres de
la casa y criar a sus hermanos, pues mientras su mamá salía a
trabajar para comprar la comida ella era la responsable (la mamá
encargada)”. Nunca pisó una escuela y el recuerdo latente que tiene
de esta es tan solo una casita de madera donde entraban todos los
niños, menos ella. “Los campos eran trochas y solo había un carro
particular que costaba cinco pesos, era mucho dinero entonces, no
bajábamos tanto al centro. El plástico era el material de las casitas y
no había alcantarillado”.“Mucho caminábamos para ir por agua”
cuenta Doña Blanca Cecilia a quien paradójicamente el agua por
la que caminaba 8 kilómetros a la semana hasta el yacimiento en
Santa Elena, le arrebató a su esposo 10 años antes en su pueblo
natal en el suroccidente de Antioquia y así llegó desplazada hasta
La Cruz. Doña Reina Laguna, también desplazada de La Sierra
Nevada de Santa Marta llegó a Medellín buscando un mejor futuro
para sus hijos, “tal vez un mejor futuro” Recuerda que con la
construcción de las casas a los niños les fueron quitando los juegos;
“ellos antes jugaban por todo el campo, pero eso cambió por la
construcción de nuevas edificaciones y así poco a poco
les tocaba buscar otro lugar para jugar, ellos también crecieron
desplazados en su propio barrio”.
“En la cancha del barrio construyeron un templo comedor, hoy no
juegan en ese lugar, pero si comen antes de ir a estudiar, yo tenía
una casa de plástico y todos los días le decía al padre que me visitará
cuando lo veía pasar con el cemento al hombro, hasta que un día me
visitó y yo puedo decir que ese fue uno de los días más felices de mi
vida” Cuenta Doña Olga quien espera jamás irse de La Cruz, pues es
el barrio que construyó y ahí se quiere morir. Ahora La Cruz tiene un
nuevo aire, La casa de Doña Ofelia ya es de cemento y tiene un
segundo piso, la casa de Don Álvaro está en frente de Doña Ofelia y
aún conserva sus sembrados, Doña Reina vive en una morada
rodeada de flores, pues el tiempo y el trabajo le permiten tener su
propio y hermoso jardín.
En la comuna 3 La Cruz es el lugar donde los niños y niñas cantan
HipHop, siembran y sueñan con tener una gran biblioteca y su propia
feria del libro. Con la construcción de los edificios, más de 200
familias actualmente exhiben hoy a Medellín sus murales; música,
arte y siembra. Aprendieron que “no es pintar por pintar, ni cantar por
cantar y mucho menos leer por leer” es darle sentido al territorio,
reconstruir la memoria y cantar todos los jueves desde lo alto de la
montaña una y otra vez:
“El barrio La Cruz es el barrio donde canto, venga les cuento
como es que canto. El barrio La Cruz es el barrio donde vivo,
venga les comento como viven mis amigos” (bis)
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