Tú, poesía —que tienes el don—, ven a esta casa entre tinieblas, afila tus uñas, tienta cada lágrima, ven y crea en mí un hombre verdadero.
Con un hombre —no un dios, no un demonio— con un solo hombre bastará para comprender la angustia y la felicidad. La alabanza, las heces, la infección y el hambre. La embriaguez y la malicia.
No desmayes, no te entretengas, no dudes. No demores.
Vuelve a soñar cascadas de azufre, tatuajes y signos errabundos, largas jornadas de silencio, pequeñas baladas de sal.
Cae —si quieres— fuerte sobre mí. ¡Golpéame duro! Yo te absuelvo muchacha. ¡Entiérrame tu aguijón!
No te dejes vencer, no ahora.
Sé fiel a las palabras, no olvides tu cruda manera de amar. Haz uso de tu veneno y hazme trizas, poesía.
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Fotografía: GRUK ÁLVAREZ
Es una hermosa composición, me pareció sobre lo que es vivir con lo bello de la vida, que hace un todo