Y ahora dime, tú que sabes: ¿cómo hacer que el sufrimiento nos acoja en el amor? ¿De qué modo nuestros errores nos darán su sabiduría? ¿Cuándo la violencia será la casa de amables saludos y dulces palabras donde el otro sea recibido después de largos asedios? ¿Para qué el miedo y su elegante indiferencia si no podemos más con el peso que dejan en nosotros los clavecines de la mortandad? ¿De qué sirve la riqueza que nos ampara si pocos son los que reciben sus beneficios, sus glorias, su protección? ¿En que momento la vida que era jugada entre amigos se ha convertido en desgarros y heridas cuya sangre ahoga a quienes no han podido sentir el abrazo de la historia? ¿De qué hablan los que pueden hablar y ser escuchados al hablar cuando dicen “paz”, si sus palabras asesinan la esperanza temblorosa de aquellos que esperan su realización? ¿Cómo hacer para no callar los agujeros de odio en los pechos de niños encadenados por la guerra? ¿Cómo lograr que vuelvan si ya no son sino noticias y titulares que buscar calmar la culpa de su muerte? ¿Por qué el asesino se mofa de sus madres cuando vomita sus suposiciones? ¿Por qué razón los que pretenden tener la razón no aceptan que la razón les es esquiva y que medio país muere de hambre, sed y desapariciones? ¿Por qué no habríamos de prender fuego en cada esquina si las llamas de las hienas están a punto de calcinar todo asomo de libertad en las pieles que carecen de cobijo? No sé… son muchas preguntas para ti que sabes y no quieres responder por tus crímenes, oh adulterado y enceguecido mendigo del poder. Para ti que ha olvidado que el poder está en quien reúne y cuida, no en quien escupe y blasfema ante el altar de la reconciliación. La vida hará que tus heces sea lo que comas cuando ya nadie soporte tu hedor. Entonces multitudes cansadas marcharán para exigir lo que les has robado con tu gesto de obnubilado patriarca. Y el otoño será contigo.
Víctor Raúl Jaramillo
Medellín, comuna 13, viernes 15 de noviembre de 2019.
A un minuto de un nuevo día.