Alguna vez me vi corriendo hacia un fondo de un abismo no sabía si me estaba desviando hacia mi muerte o realmente era experimentar ese gran paraíso.
Empecé a vivir como todos los días con una gran fuerza eterna de lograr muchos cometidos, quizás para el bien divino quedaría algo cómodo pues no sería un completo mal agradecido con lo que la religión me quería imponer desde niño.
Pero al mismo tiempo, la muerte me calentó el oído, y quise desviar mi vida por malos actos y cosas que no llevaban a ningún sentido. En la vida ese era mi gran paraíso, ahora desde la muerte quiero relatar unos cuantos dichos y es que aquí nadie es un verdadero angelito.
El diablo me saludó diciendo que qué era lo que pasaba conmigo, que porqué había escogido la muerte como paraíso? Y simplemente le dije que el mundo donde habitaba estaba algo maldito y que aquella decisión de tirarme por ese risco fue demasiado productivo.
Aquí no sé si me contradigo o daré de que hablar a muchos cristianos muchas veces asesinos, pero creo que la realidad misma del mundo nos lleva a crearnos un cuento ficticio en el cual somos y seremos esos que nos salve del abismo. Pero en mi caso todo estuvo dicho, pues quedó más que claro que escogí a la muerte como paraíso.
Andrés Vélez