Por: David Pareja y Yohelis Ávila*
Hablar de política en general en el mundo es algo complejo, ya que existen diversos pensamientos que surgen desde el principio de la creación. En esta ocasión estuvimos en el evento del 19 de noviembre de 2021 que reunió a jóvenes de Medellín en Carabobo Norte, cerca del Parque Explora.
Para nadie es un secreto que las épocas electorales son la única manera de sacar a los políticos de su comodidad, pasando ciudad por ciudad, intentando recoger voticos para ser elegidos nuevamente y, como táctica importante: llamar la atención, esta es una de sus más grandes habilidades.
Entre Montañas Fest es un encuentro cultural donde participan diversos artistas de Medellín, aspirantes al Consejo Municipal de Juventudes y también los típicos políticos en campaña.
Este encuentro se celebró por el crecimiento del Pacto Histórico, un movimiento que surgió por los partidos de izquierda y centro izquierda de Colombia. Se suponía que habría cultura y política, pero su tarima fue para los discursos vacíos. Lo que logramos percibir, sorprendentemente, fue que las personas no esperaban algo cultural, debido a que salieron artistas de la ciudad que no recibieron la suficiente atención. Gustavo Bolívar, líder de la colectividad, fue el que se llevó la mayoría de las miradas.
En Polombia, lamentablemente, la cultura, los artistas y la música hecha por personas que cantaron en las calles, son poco reconocidas y reconocidos, han vivido cada letra de lo que cantan, hacen las cosas de corazón, no para sentirse importantes, sino, para dar a conocer su inconformismo con este país que es considerado como un Estado social de Derecho fallido. Una vez más en Colombia se demuestra que los artistas no son un foco de atención.
¿Qué se está haciendo? ¿Acaso era un nuevo juego político? ¿Acaso el Pacto Histórico cambiaría algo de lo que estamos acostumbrados? Damas y caballeros, observamos la actitud de las y los presentes y, al parecer, no ha cambiado nada.
Este Pacto Histórico por Colombia pretende que todos y todas tengan participación, tanto la juventud, como diferentes poblaciones, como la LGBTIQ+, pero la conclusión de este evento marcó la diferencia, porque vimos a mujeres empoderadas en una tarima, pero jamás las voltearon a ver; vimos mujeres en busca de sanar territorios, como Isabel Zuleta quien dio un discurso que podría hacer un cambio, pero como todo en este país, la ignoraron.
Una vez más, las mujeres son calladas por el oportunismo de la política en Colombia. Que triste es saber que mujeres con potencial son apartadas por un público que dice ser incluyente e influyente, pero son minimizadas por un líder político que dice tener la capacidad de permitir que las mujeres se representen a sí mismas.
Susan Boreal, una de las lideresas y activistas en Colombia, es el ejemplo de esto. Fue opacada porque en la presentación no la escucharon con la suficiente atención. Por el contrario, este movimiento siempre las pone detrás de los hombres mientras vociferan un discurso que promete un cambio y, como nada nos sorprende, mucho tilín tilín y nada de paletas.
Muchas y muchos colombianos nos hacemos la pregunta de cuándo habrá un cambio real, porque en Ciudad Morada salimos con altas expectativas de encontrarnos con una política diferente, que tenga como base el arte y la cultura, pero una vez más, los discursos inspirados en un ego para las votaciones opacan la libertad, la música con sentido, que representa a naciones enteras, regiones completas y personas con un alma liberadora.
Ya basta de lobos disfrazados de ovejas y de políticos que no nos representan. Es hora de salir de la monotonía que nos hace pensar que habrá un cambio, ya es hora de quitarnos la venda y de pensar que una persona va a ser el redentor del fin de los tiempos. Los y las representantes, sentados muy cómodos en Bogotá, se venden como los defensores del pueblo, cuando realmente van detrás de sus intereses privados.
*La opinión del y la columnista no reflejan, necesariamente, la posición del medio de comunicación Ciudad Morada.