Han pasado 7 años desde que se adquirió el Halcón Vigilante, y su sobrevuelo en la comuna de San Javier se ha convertido en un referente
latente para las personas que viven en los barrios populares de la 13. Pero además, trae a la memoria los sonidos que representaron los estragos del Conflicto Armado a principios del siglo XIX.
Entrevistamos a dos mujeres, madre e hija, para entender cómo el sonido de las hélices se ha mantenido en el tiempo y sigue dejando retos en materia de seguridad.
En los últimos meses del 2024, en la Comuna de San Javier, ha estado replicándose un sonido que se asemeja a un ser omnipresente: se trata del Helicóptero Halcón, el vigilante que ronda por Medellín y su Área Metropolitana desde el año 2017. El sonido de las hélices retumba en los callejones y montañas de la 13 a cualquier hora -sin importar si es de día o de noche-, azara los parches juveniles, y evoca amargos recuerdos; permitiendo identificar que la 13 suena a un excesivo control, suena a helicóptero.
Este medio alternativo a finales del año 2019, le contaba a la audiencia juvenil que, en la primera administración de Federico Gutiérrez, el ‘Bebé de Fico’ había representado un gasto por 6 mil millones de pesos al ser engallado con todos los juguetes, que no dejaba dormir, y que no demostró resultados relevantes en materia de seguridad al compararse con su elevado gasto en combustible y mantenimiento. Además, según el Sistema Integrado de Emergencias y Seguridad de Medellín (SIES-M) -entidad adscrita a la Secretaría de Seguridad y Convivencia- y que conforma la Subsecretaría Operativa con la Policía Nacional, el helicóptero “fue adquirido por la Policía Nacional y acondicionado por la Alcaldía de Medellín para respaldar la seguridad de la ciudad, ayudando en operativos, capturas, vigilancia y también asistiendo labores de búsqueda y rescate”.
Sí, el Halcón Vigilante fue idealizado para materializar una política de seguridad, y aunque el actual mandatario, Fico Gutiérrez, no tiene injerencia en los planes de vuelo, la sensación de control en los últimos 7 meses se ha profundizado con su casi sobrevuelo diario.
“Entonces es como una pregunta constante, ¿a son de qué, pa’ qué está pasado?”: Melissa Torres Legarda.
Pipol, para entender el símbolo del Halcón Vigilante, y su actual protagónico en la 13, entrevistamos a Melissa Torres Legarda, una joven de 20 años de edad, habitante del barrio El Salado y estudiante de Asistencia Administrativa en el Politécnico Mayor. Ella al ser una joven interesada por los temas sociales de la comuna, nos contó cómo se ha acostumbrado al sonido “maluco” del helicóptero. Sus amistades que no viven en la 13, experimentan un sentimiento de pánico y no comprenden por qué es tan repetitivo.
“Primero me producía como estrés, porque si yo iba para la calle y mi mamá lo escuchaba, no me dejaba salir, entonces era como “no, es que va a pasar algo, eso tan maluco”. Pero ya ahora que lo escucho es como que, muy estresante todavía, no en el hecho de que no pueda salir, sino que, a uno le da para pensar que pueden estar pasando cosas acá y uno tiene familiares y amigos por ahí, uno no sabe en qué momento pueda pasar algo”, agregó Melissa Torres.
Nea, pero la conexión que tiene el Halcón omnipresente con el pasado, se da con el testimonio de Luz Dary Legarda, madre de Melissa Torres. A sus 58 años de edad, evoca amargos recuerdos cada vez que escucha al helicóptero en la 13.
“Siempre se quedó eso como: ¡el helicóptero, el helicóptero!, cuando estuvo la Operación Orión, porque se veía siempre al helicóptero tirar, disparar desde arriba a mucha gente que estábamos acá abajo, pues el helicóptero no tenía en cuenta que habían civiles, solamente pensaban en los pandilleros y en uno no. Y nosotros teníamos que estar siempre pendientes cuando estaba el helicóptero por ahí para uno meterse en las casas, o no estar en la calle por el peligro de que una bala del aire nos cogiera”. Cuenta Luz Dary profundizando los detalles.
Un miedo no tratado, un miedo heredado.
Cuando conversamos con Luz Dary, nos profundizó sobre un daño psicológico colectivo que quedó en la comuna, y que empezó a trasladarse con el tiempo. Asegura que, los cambios se han visto en la transformación social, pero el miedo ocasionado por las hélices de la Operación Orión en el año 2002 quedó en la memoria, y en varias ocasiones, ese miedo también es heredado. “Cuando sale el helicóptero por ahí, eso uno dice “pa’ dentro, pa’ dentro”. O sea, como que no estemos en la calle porque puede pasar otra vez algo que no se debe de hacer. Pero entonces ya yo los oigo así, mi hermano cierra la tienda, mucha gente se van encambullando y pa’ dentro es que vamos”.
El testimonio de madre e hija refuerza que, la juventud de la 13 necesita una política de seguridad preventiva y para la vida. Nos preocupa y atemoriza volver a vivir en una comuna con una política de seguridad de ‘mano dura’ y policiva.
Este editorial pretende retomar preguntas en materia de seguridad, en las formas como se está ejerciendo el control en el territorio y el impacto que ocasiona en la juventud. Es evidente que, el excesivo uso del helicóptero en la 13 marca un precedente, refuerza estigmas, sin tratar las dinámicas y los comportamientos que han perpetuado el miedo. Necesitamos una política de seguridad integral que aborde la dimensión ciudadana y humana, que sea consciente de los impactos históricos ocasionados por el Conflicto Armado, como el eco del Halcón Vigilante que viaja al pasado, lejos de ser un símbolo de seguridad, y que se ha convertido en un recordatorio de las cicatrices no sanadas que aún retumban en los barrios de la 13.
Este producto es realizado con recursos públicos priorizados por habitantes de la Comuna 13, a través del Programa de Planeación de Desarrollo Local y Presupuesto Participativo del Distrito de Medellín.