Era de nariz aguileña y le solían decir pico de lora, le gustaba la
marihuana y parecía como el ladrón de don chinche, nada le salía.
Un día se fue a robar una carnicería, y contó con tan mala suerte, que
el carnicero le metió un machetazo en la cabeza y le genero una
cortada inmensa, lo cual le produjo que se tuviera que cortar su
frondosa melena, pero no era malo en el sentido estricto de la
palabra, era un hombre que se integraba con los más pelados de la
cuadra, jugaba voleibol y trabajaba todo el día vendiendo frutas en un
carro en Sabaneta, oficio éste que era el que le devengaba más tiempo,
porque en su oficio de ladrón le iba muy mal, no le cuadraba nada.
Fue de los primeros marihuaneros que había en la cuadra, sin embargo
nunca le ofrecía a los más pequeños, es más, a ellos les gustaba estar
con él porque los defendía y se dejaba coger de parche.
Era ese tiempo donde en los barrios se podía salir de noche y jugar
múltiples juegos callejeros, puesto que la cuadra, y no los centros
comerciales, se convertían en el espacio propicio para la
socialización, y la esquina como uno de los lugares más apetecidos y
al cual se añoraba mientras se estaba en el colegio.
Y Yimmy era de ese parche, de esa cuadra que no había dado
delincuentes que matasen por plata, Yimmy jugaba a ser ladrón, pero
como se dijo anteriormente todo le salía mal, lo único que corono con
éxito fue cuando atraco un borracho que bajaba por la cuadra de la
esquina y lo poco que le pudo hurtar fueron unas monedas, que
sirvieron para comprarle hojuelas a la señora de la esquina e
invitarnos a degustarlas.
Si era el tiempo donde todavía se jugaba escondidijo, donde las
cuadras no estaban pavimentadas y uno se metía en la noche en una
sábana y le tiraba piedras pequeñas a la gente que pasaba por el lado
para asustarlas, de los tiempos en los cuales se iba uno y se
enfrentaba con las otras cuadras a una guerra de piedras y nadie
ofrecía bala.
Sin embargo los tiempos, como la vida, van cambiando y con ellos la
violencia, paulatinamente, empezaba a entrar con mayor fuerza en la
vida cotidiana de aquellos barrios, era la época donde se volvía
hablar de limpieza social, palabra esta que siempre le ha gustado a
nuestra bella Medellín, pero que siempre se concentra en los barrios
periféricos de la ciudad, porque siempre se limpia al pobre, al
insumiso, a lo que estorba, puesto que los dueños del poder son los
que designan lo limpio y lo sucio.
Y Yimmy, el marihuanero vendedor de frutas, el chompiras criollo, no
sabía que esas cosas se estaban viviendo en la ciudad, él no sabía de
limpiezas, ni de nada de eso, sólo se dedicaba a trabarse y a estar
parchado con la gente de su cuadra, y a beber de vez en cuando con los
adultos de su barrio.
Sin embargo, las cosas en el barrio, al igual que en la ciudad, se
empezaron a poner malucas, empezaban aparecer muertos en los barrancos
del barrio, primero a puñaladas, luego a bala, y así sucesivamente se
le iba viendo el rostro a la muerte, todo el mundo señalaba hacía la
policía como la autora de muchas de esas muertes, pero la gente se
silenciaba, puesto que los agentes del “orden”, al igual que los
delincuentes, empezaban a imponer su ley, pero esto a Yimmy no lo
inquietaba mucho, pues creía que esto no lo tocaria a él.
No obstante, los días transcurrían y las noticias de más muertes en el
barrio se convertía en el tema cotidiano de la gente, las personas
empezaron a inquietarse y a dejar de estar hasta altas horas de la
noche en la calle, las esquinas empezaron a dejar de ser frecuentadas
y las reuniones de los muchachos a trasladarse para el interior de sus
viviendas, ya que empezaron a ver circular carros con vidrios opacos
por las calles de su barrio y gente extraña al interior de ellos; por
eso, para preservar sus vidas dejaron de estar continuamente en la
calle y trasladar su socialización a otros espacios menos externos.
Pero Yimmy, que era más grande y más osado, no creía lo que estaba
sucediendo y seguía disfrutando de la calle hasta altas horas de la
noche, decir altas horas era mucho, puesto que las once o doce de la
noche, de por sí era un atrevimiento muy fuerte que le podía costar la
vida a cualquier ciudadano.
Habían pasado varios días y la situación seguía empeorando, las
muertes se hacían más frecuentes, la “limpieza social” más
contundente, era la forma en la cual las élites políticas trataban de
mitigar la violencia que se empezaba agudizar en la ciudad y las
noches de los barrios a parecerse a uno de los lugares descritos por
Rulfo en Pedro Páramo.
Yimmy no se quería dejar encerrar, él seguía saliendo con sus amigos a
divertirse, a fumarse su porrito, en fin a seguir disfrutando de la
vida que tanto le encantaba hacerlo en su barrio. Era un fin de
semana, Yimmy se puso su traje parrandero, su camisa de chalis, su
pantalón botacampana, sus zapatillas blancas para ir a tirar paso al
bar claro de luna, la heladería predilecta de los camajanes del
barrio, sin embargo el calor que hacía saco a Yimmy de aquel lugar y
le dio por bajar un rato a la cuadra donde vivía a fumarse un porro y
a tomarse un trago con uno de sus amigos, pero otro amigo que andaba
por allí los invito a ir a la cuadra de abajo que había una fiesta,
ellos asintieron y se fueron de rumba para aquel parche una cuadra más
abajo de su cuadra natal, la rumba estaba en todo su furor, Yimmy
estaba pasándola delicioso, cuando le dá por decirle a uno de sus
amigos que lo acompañara a trabarse, éste asintió y salieron hacía la
esquina de aquella cuadra, vieron que paso un sujeto vestido de verde
y no le pusieron atención, pues ellos no le debían nada a nadie y no
andaban asustados, no obstante dicho sujeto desenfunda un arma y
empieza a disparar contra ellos, su amigo queda muerto al instante y
Yimmy corre para salvar su vida, pero corre para el lado equivocado
porque otro sujeto, aliado del anterior lo estaba esperando más
arriba, empezó y disparar contra Yimmy.
Un gran tiroteo despertó a la gente de la cuadra en la cual vivía
Yimmy, Carlitos se asoma por la ventana de su cuarto y observa que un
sujeto vestido de chaqueta verde sube por la calle principal de su
barrio, no le ve bien su rostro, puesto que éste estaba alumbrando con
una linterna hacía el piso para no ser observado. Después del suceso,
la gente empezó a gritar, mataron a toño y a Yimmy…Si, allí yacía
lleno de sangre el cuerpo de Yimmy, el famoso pico de lora, como lo
llamaban sus amigos, estaba tirado en el piso.
La gente se agolpaba a su alrededor, los sollozos de su madre
empezaron a invadir aquel espacio, al instante llegó la fuerza del
“orden” a alejar la gente del difunto y a instalar la fría cinta de
colores, y también paradójicamente un vendedor de funeraria ofrecía
sus servicios a la familia que allí se encontraba destrozada por el
suceso, y carlitos, como siempre era muy curioso, dirigió su mirada
hacía la patrulla de la policía y para su sorpresa, allí reposaba la
chaqueta verde y la linterna en el asiento trasero, al observar
aquello, miro por última vez el cuerpo inerme de Yimmy, el cual yacía
en aquel piso frio de aquella calle sin pavimentar, despavorido salió
corriendo rápidamente a refugiarse al interior de su vivienda.