Vigilar el poder, mapear el placer y habitar la ciudad

UN LUGAR COMÚN CON ADRIANA ARANGO

Estuvimos leyendo “Plegaria de Noche Callada”, un poema que a ella le gustaba mucho, y era para la Adriana Arango bailarina y novia de mi juventud. Ahora, azul en las cintas cinematográficas. Me expresó el sentimiento de caer. Me anunció su caída, y dijo: Me caigo de sueño, caigo en el sueño y, si caigo, es por efecto del sueño. Como me caigo de cansancio. Como me caigo de aburrimiento. Como me caigo de angustia. Como caigo, en general… Me gustan mucho estas palabras, insistió. Son de “Tumba de Sueño” de Jean-Luc Nancy. Fue cuando le interrumpí con un beso: si hay que caer, pues, cae, caída de la durmiente. Al fin y al cabo, ese será tu ascenso. Me miró por última vez, y se tiró del balcón. Voló diez pisos. Se estrelló contra el asfalto. Y a mí, que me ha faltado fuerza, sólo me queda esta otra manera de vencer la muerte.

 

CUANDO ALEJANDRA PASA

Cuando de nuevo sea árbol, átomo disgregado enalteciendo la tierra con sus raíces que maduran en frutos de mujer molotov, sexíbora y ferótica, los jóvenes la recordarán como una belleza inteligente que se creó a sí misma. Por ahora, Alejandra pasa con su cabeza erecta y su cabello negro hasta las nalgas, que es el látigo que promulga. Sus ocho ojos -porque todo en su cuerpo ve-, buscan la grieta para excitar las calles por donde camina, tranquila y serena, en una danza homicida que incendia la ciudad. Ella, la incendiaria. Yo he estado sereno y tranquilo en su lengua, porque sus besos son la luz de la sacerdotisa que cuida mi muerte; la serpiente roja que ha abrazado al dios de sí mismo, el que crea utopías más allá de su estatura. Todo, y lo sabe, comienza cuando dos miradas se encuentran, como la de Lina que me ha encontrado y me ha llenado de asteroides. Cuando Alejandra sea carne de la tierra, todos recordarán cómo dominó con su juventud y belleza, sin olvidar nunca su paso por la sabiduría de la diosa. Pero este es su presente sensual y sexual; revolucionario y anarquista; hay que verla sin distancia para saber que cambiará algunas cosas en el mundo. Sea.

 

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EL ARTE DE AMAR EN UN POLVO

El enamoramiento nos pone desenfrenados, obtusos en la mayoría de las ocasiones. Y en algunas personas adquiere un tinte de persecución, suele ocurrir. Entonces hacemos cosas que nos alejan, por nuestros propios medios, de quienes deseamos sean “nuestros”. Porque una particularidad del enamoramiento, cuando somos jóvenes sobre todo, es querer poseer, hacer propiedad privada a quienes amamos. Por eso es mejor cuando el calor pasa. Al menos se puede dialogar con quien camina a nuestro lado sobre esta o aquella persona que nos mueve entre las piernas. Amar, eso ya es una gran medida de aceptación del otro tal y como es. Y aunque el deseo se transforme, el amor estará presente. Ama ahora, o mastúrbate para siempre.

 

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Imagen: Lips (Jan Saudek)