Con el corazón hinchado de mariposas llenas de colores, siento como mi rostro dibuja una sonrisa que no alcanza a describir mi sentir, perplejo ante el tiempo, maravillado por las marcas de mi piel, confío y hoy vivo.
Latir a latir dilucidando mi existir, percibo lo que mi esencia grita, lamentos en el silencio de este laberinto que en mi corazón habita…
Un camino que no llega a ningún lugar, del cual escapar será una utopía de sueños e ilusiones rotas.
Te vi cruzar los valles de mi alma con palabras que hieren mi existencia y purifican los lamentos de mi memoria.
Fundiendo el presente con tu presencia, con el reflejo del espejo empañado de mi habitación, con la vos del silencio de mi despedida.
Y ahí estaba ante esa trasparente oscuridad, señalando mi desdicha buscando en lo más recóndito la mágica luz que iluminaba tu rostro.
Las oscuras sombras del viento hoy la han opaca do, no dejaron más que un silencio sepulcral.
Tu tumba fue mi escritorio mis palabras tu herencia, tu vida un frío recuerdo que aún me envuelve.