El sábado 14 nos logramos unir para ampliar un nosotros que dijera -Nada justifica el homicidio-, para ampliar el Instinto de Vida. Empezamos a planear el Festival Instinto de Vida desde el descubrimiento, que surge en NoCopio, de que la solidaridad es la mayor rebeldía frente al homicidio, y además una rebeldía creadora.
Logramos unirnos y aunque es un agradecimiento, muchas veces interno, al interior de un nosotros, con un afecto creciente, decimos -gracias a todos los artistas, periodistas, nuestro medio salsero, organizaciones de mujeres, Instituciones Educativas, nuestra Cooperativa, museos, teatros, a una fundación internacional que nos ha dado la posibilidad de una red latinoamericana, Nuestra Caja de Compensación y colectivos sociales y culturales-.
Hicimos este festival en una ciudad donde casi todos los días hay homicidios y en un espacio que nos pone en contacto con esa realidad. Fue este lugar central vuelto periferia el que nos puso en contacto con Yasser Alberto, de 17 años, en el momento de mayor terror de su vida.
Yasser Alberto, buscó refugio en el Festival Instinto de Vida y ahí fue agredido por 5 hombres que llevaban cuadras persiguiéndolo. ¡Qué ganas tan grandes de tener más capacidades para haber salvado la vida de Yasser, qué ganas de haberlo conocido en la mañana del festival; qué ganas que hubiera llamado al 1,2,3, cuando la muerte era un rumor, de haberlo conocido meses antes!
He tenido la valiosa oportunidad en el proceso de NoCopio y en mi trabajo en Casa de las Estrategias de ver la potencia que hay en los que tuvieron que encontrar el modo y, a veces, la alternativa en la periferia, en ver lo vibrante, cambiante, imaginativo que puede ser un muchacho de 17 años (aún con el mundo entero en su contra) y aprender que lo que estamos haciendo todo el tiempo, todas las personas es cambiando, y casi todos los que estamos bien nos han dado primeras, segundas, terceras y cuartas oportunidades: ¡todo el tiempo, infinidad de personas nos estuvieron salvando!
Los queridos amigos, los buenos amigos nos preguntan qué sigue y uno a veces siente que no está a la altura de esa pregunta, se cansa. La verdad es que la razón no logra consolar a la emoción de que el homicidio llegue hasta nuestra tarima y nos haga sentir tan impotentes. Por instantes este hecho de la cotidianidad de Medellín nos debilita profundamente por ser testigos, nos pone a discutir, nos da rabia, nos decepciona y nos hace sentir muy, muy agotados.
La renuncia y la indiferencia es totalmente comprensible, es de gente normal, sin malas intenciones.
En NoCopio no hay héroes, ni mártires. Pero empezamos con NoCopio porque es inevitable desconocer el dolor que se siente en esta ciudad; vamos a seguir porque ha sido curativo para cada uno ampliar el nosotros, reconstruyendo lentamente una red vital que integre el dolor de esa madre, que normalmente entierra a su hijo en profunda soledad, y el espanto de ese muchacho en riesgo, que tantas veces es decretado desechable.
Lo que sigue entonces es una pequeña, pero constante entrega. Lo que sigue es una rebeldía amorosa. Lo que sigue es revivir.
“Muerta de Matar”dicen los Árboles sobre Medellín. Ayer lo entendí: ayer yo morí un poco, todos los asistentes pudimos haber muerto un poco. Morimos un poco después de tanto amor a través del día del Festival Instinto de Vida, de tanta vitalidad para desnormalizar el homicidio y para no dejar que la muerte sea en vano.
Hecho mano ahora del encuentro con un muchacho en silla de ruedas en el municipio de El Bagre, con curiosidad por un letrero que decía Nada Justifica el Homicidio, se nos acercaba y después de intercambiar algunas opiniones este concluía: “¡Claro! Lo natural no es matar, lo natural es revivir.”
Lo que sigue es revivir, por eso perseveraremos en el proceso de NoCopio y en este Instinto de Vida. Y el único camino de Medellín para revivir es la fraternidad, la cual dicta que Nada justifica el homicidio, y la solidaridad, que dicta: cada víctima de homicidio es de todos.
Esta ciudad para volver a encontrar su corazón, tiene que hacer un compromiso enorme para darle segundas oportunidades a los muchachos que no han tenido primeras.
Nadie nos sobra: en Medellín no están matando personas buenas o malas sino puros seres amados.
Lukas Jaramillo