por Casa de las Estrategias
En este enero en Medellín perdimos personas que nos hacían falta en Belén Rincón, La Ladera, Los Naranjos, Santa Margarita, La Iguaná, Pesebre, Estación Villa, San Pablo, Altamira, Villatina, San Pedro, Palermo, Las Independencias, El Poblado, Berlín, Rosales, San Benito, Villa Nueva, Castilla, La Florida, La Castellana, Pajarito, La Esperanza, Blanquizal y Aures.
Carlos Andrés, Juan David, Cristian, Jonathan, Ángel, Cesar Augusto, Sebastián, Jorge, Marino, Alejandro, Víctor, Kevin, Felix, Ana María, Diego, Jesús, Nixon, Edier, Johan, Hector Urbano, Bibián, y Yeferson ya no están aquí y en la ciudad no nos sobraban.
Las familias Saldarriaga, Nieto, Serna, Gutierrez, Román, Carvajal, Rojas, Ortiz, Castañeda, Ochoa, Álvarez, Osorio, Cardona, Robledo, Galvis, López, Gómez, Betancur, Rámirez, Rueda, Orozco, Corrales, Solipa sufrieron el peor desgarre.
“Tatuaje en el tórax con el nombre “Yeison”, y el nombre de Zuri en la espalda.” “Vestía jean azul, camisa azul, buso color gris, tenis grises y blanco.” “Una sudadera color negra con morado, camisa blanca y tenis negros.” “Sudadera gris, camisa negra y tenis blancos.” “Tatuaje en el pecho en forma de serpiente con un ancla.”
En un sólo día Medellín puede perder seis mundos, seis civilizaciones, porque se presta para seis asesinatos. La ciudad no produce sus muertos, produce sus asesinos.
Quedó muy bien grabada en nosotros esa imagen de de Faber de Ciudad Frecuencia -reciente papá- llorando por la muerte de Yasser, retornando al asombro de todo el amor y cuidado que hay que invertir para que alguien llegue a sus 17 años. Estamos perdiendo adolescentes hasta de 16 años.
Inicialmente perdimos a otros tres adolescentes que fueron capturados por el homicidio de un joven de 21 años.
También perdimos a un hombre muy equivocado -muy enredado- que se quitó la vida luego de asesinar a su pareja.
Lo que pasa es que era un conductor, lo que pasa es que era un sobrino, lo que pasa es que era mecánico de motos, lo que pasa es que era vendedor de bienes raíces, lo que pasa es que era el hijo de alguien, lo que pasa es que era el ser amado de alguien.
¿Es peligroso estar vivo? ¿Es peligroso equivocarse en Medellín? ¿Los asesinos pueden decidir quién está equivocado? ¿Qué creemos que merece la muerte?
Las canciones de Medellín, el cine, los textos y la imagen -en la pantalla, en el papel o en la pared- ha resguardado el asombro. Desnormalizar es asombrarse y es el primer paso para volver a sentir. Nos ha dado miedo volver a sentir, no sabemos qué hacer con eso.
La solidaridad es el camino y el arte la clave.