Medellín, agosto 16 de 2018
A Anderson Agudelo lo conocemos desde el 2015, Editor de Ciudad, acólito de la iglesia, buen hijo, buen amigo, trabajador, creativo. Hoy está en la cárcel acusado de un crimen que pudo haber sucedido en el 2013, cuando tenía 15 años.
Se trata de un muchacho de Aures, uno de los barrios que ha enfrentado más homicidios en el 2018 en Medellín. A Anderson le ha tocado escaparse de todo, caminar por un filo, lidiar con el estrés de su barrio vuelto territorio de violencia.
Estamos seguros que Anderson ha sufrido maltrato en su proceso de reclusión, creemos que se le ha violado el debido proceso y lo que observamos es una justicia que se mueve sin mente, que está desconectada de la razón y de la emoción, que dejó de crear después de que su funcionamiento es autómata.
He trabajado procesos de ciudad con adolescentes por 6 años, habitado un centro cultural con ellos en el día a día, recorriendo colegios, hemos estudiado lo fundando en el arte divergente por adolescentes, la deserción, el adolescente que violenta y el adolescente que se violenta. Aprendí que los adolescentes de periferia son los que peor padecen la obsolescencia de las instituciones colombianas.
Que la justicia colombiana tenga cero capacidad de resocializar y que ni siquiera lo busque es patético, pero que eso ni siquiera sea una pregunta con alguien acusado a sus 15 años es patético.
Medellín no tiene segundas oportunidades para adolescentes que no han tenido primeras. Colombia, con sus instituciones rotas y manejadas sin reflexión destruye y hace a sus hijos e hijas imperdonables.
Las instituciones parecen diseñadas por personas que no creen en el perdón y el sistema de responsabilidad penal adolescente está tan mal administrado que parece que detrás están personas que no recuerdan su adolescencia, que no saben que lo que hacemos las personas es cambiar todo el tiempo. Todos podemos cambiar y muchos sólo necesitamos un espacio para ser.
Cuando no creemos en los cambios sólo podemos creer en la eliminación.
El daño ya está hecho: la reputación de Anderson, su dolor, su humillación. Ya ahora lo que sigue es libertad y dejar que siga su camino, que vuelva con nosotros, nosotros respondemos por él, por lo que es, por lo que va seguir siendo y haciendo.
Lukas Jaramillo Escobar.
Amigo de Anderson.
Casa de las Estrategias.