El poeta es una muchedumbre
que se agolpa frente a las palabras.
Una ausencia de temor
al cargar su arma contra el silencio;
dispuesto a dispararle en la sombra.
Un poeta o un peligro
buscando el canto que piensa:
ese reflejo de mar naciente
o de fruto fronterizo
donde se desdobla la savia
en estruendosos tejidos de sed.
Rebeldía de un hijo
arrojando decibeles de luz
en los aposentos de la historia:
irrevocable presencia del tiempo
donde cuelga el enigma
engullido por los papeles de la noche.
Un poeta cuyas voces
muelen el azufre del albedrío
para crear volcanes de poesía:
ronquido lento que desata
profundos bronces para la fiesta.
Briosos búfalos
tamboreando sobre la tierra;
bandadas de pájaros videntes
que el rayo delinea sobre la piel.
Custodia de un ojo insospechado
al toparse con ese poema
que no se esperaba nunca:
hilo que desciende
—de sueño en sueño—
fundando la quebradiza realidad
en que late la comunión de los mundos.
Esa conversación inasible
que gotea en un amor traído por las lluvias:
música de una cópula sigilosa y núbil
que despierta nuestra desnudez
al rozar el centro de la piedra.
VÍCTOR RAÚL JARAMILLO
“Un poeta cuyas voces
muelen el azufre del albedrío
para crear volcanes de poesía”
Tú poesía es telurica, y en la entrevista quedé asombrado de cómo tus palabras han cruzado el charco y han sido traducidas al francés.
¡Felicitaciones!
Gracias, querido Rikardo… ahí nos vamos yendo. Paciencia y buen pulso, decía mi padre.