Las tensiones diplomáticas y políticas entre los gobiernos de ambos países que generaron el cierre de los pasos internacionales, afectaron la vida social de las comunidades de frontera, por eso la noticia de normalización de la movilidad servirá para tender puentes que fortalezcan la integración y la unidad que ha caracterizado a ambas poblaciones.
Yerson, que trabaja como carretillero cargando maletas de Colombia a Venezuela y de Venezuela a Colombia, se hizo bajo la sombra de un árbol para escapar por un momento del inclemente sol de la frontera, esperaba un cliente que estaba sellando el pasaporte. Mientras esperaba y se refrescaba, Yerson contó que ve con buenos ojos la normalización del paso por el puente porque “la frontera beneficia a ambos países”.
El 7 de agosto de 2022, mientras en la Plaza de Bolívar de Bogotá, Gustavo Petro juraba ante la Constitución para tomar el cargo de presidente de Colombia, en el puente internacional Simón Bolívar, a 558 kilómetros de la capital colombiana, la expectativa por la normalización de los pasos fronterizos era alta.
Nadie duda de los beneficios que implica para Colombia y Venezuela que las relaciones diplomáticas entre los gobiernos se estén retomando luego de tres años de tensión en los que las comunidades quedaron en medio como víctimas de las malas relaciones políticas de Bogotá y Caracas. “Cada palabra que sale de la boca de cada mandatario afecta a la población”, dice Jorge Colmenares, periodista de Canal Tro, quien además atribuye la grave crisis social a los gobiernos de Maduro y Duque.
La crisis de la que habla Jorge Colmenares tiene como fecha de referencia el 19 de agosto de 2015, ese día, la difícil situación diplomática entre Colombia y Venezuela tocaba uno de los puntos más altos: el cierre de los pasos fronterizos.
Este hecho interrumpió la vida cotidiana de unos territorios donde la idea de frontera como delimitación geográfica y política era una línea imaginaria que cruzaban a diario.
Posterior a ese suceso, se dio la llegada masiva y acelerada de venezolanas y venezolanos producto de la crisis económica en su país. Fue así como el cierre de puentes más la crisis migratoria desataron una tormenta perfecta que sobrevino con un drama humanitario con costos sociales incalculables, entre ellos una xenofobia exacerbada que lesionó la confianza de comunidades que históricamente han vivido juntas.
Sobre el puente Simón Bolívar, las vallas metálicas usadas para regularizar el tránsito peatonal diario de alrededor de 30 mil personas, según cifras de Migración Colombia, no se habían movido un centímetro a pesar de que los rumores de apertura total decían que el ocho de agosto sucedería lo que las comunidades llevan esperando por siete años.
Los desafíos tras años de tensión no son pocos, recobrar la confianza entre los habitantes, el sentido de hermandad tan característico de venezolanas, venezolanos, colombianas, colombianos, serían algunos de esos grandes retos que hay que asumir, por eso Lenis Andreina Llamosa, nacida en Venezuela, agradece a Dios por la reapertura porque es la posibilidad “donde van a unirse dos países, se van a unir tanto los países como las personas y van a ayudarse mutuamente”.
El cierre de los pasos oficiales se alzó como un símbolo de división que puso a pensar en eso de la nacionalidad a gente que en medio del día a día, de las idas y vueltas de un país a otro sin mayores restricciones, no se habían detenido a pensar porque históricamente han estado juntos y que por esa misma razón “son dos países que merecen un futuro mejor, que merecen un presente, que niños y niñas tengan oportunidades”, dice Ana Leonor Ramírez, docente en una institución educativa en Villa del Rosario quien ha vivido de cerca lo que ha significado para las familias esa interrupción en la cotidianidad.
Afianzar lazos entre familias, amistades, relaciones comunitarias, sociales, es lo que se abre ahora con el anuncio de normalización del paso por los puentes internacionales.
De lado y lado de la frontera se puede leer en grandes pasacalles mensajes que dan la bienvenida a quienes cruzan el puente, por eso, abrir puentes servirá como un símbolo que ayude a restaurar la idea de territorios comunes, a la integración como potencial del desarrollo económico pero sobre todo social que enfrente las consecuencias que lesionaron la convivencia y generaron rupturas en vínculos que tomarán tiempo en restaurarse.
Todos los esfuerzos que contribuyan a desbloquear imaginarios que generan violencia serán necesarios en estos tiempos.