Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

AMANECER DE UNA DENTELLADA

Para Lou,

la vida ahora desde aquí.

 

El terror de ser parte inexcusable

de una canción que enmudece

tras la invocación de la nada,

rompe tu espejo y tu reflejo.

Antoine Dalbec

 

 

No tienes que ser

aquella que te dicen, mi pequeña Lou.

 

Quien sigue el camino de otro, se extravía.

 

Pierde su oportunidad de abrir otra puerta,

su huella no lo será jamás ni en ningún lugar.

 

Sólo busca muy dentro

y hallarás a quien siempre esperaste,

ni más ni menos.

 

Dale forma a tu propia vida

de acuerdo con lo que tú misma

ves en el horizonte.

 

Ten cuidado con el paso que darás,

con cada uno de los pasos

con que irás derrumbando

el mundo con que no estás de acuerdo.

 

Detente y mira lo que sigue,

hazlo posible para todos.

 

Mide bien tu dentellada.

 

No lo olvides:

ratas que roen tu cerebro

e impiden saber quién en verdad eres,

secan todo brote, astillan la mirada.

 

Y no podrás levantar tu ciudad,

ni el agua surgirá de las piedras.

 

Sólo serás otra herida en medio de la nada.

 

Si te sigues, lo otro entrará en ti,

llegarás hasta el otro,

habitarás tu tiempo —al acecho—

sin la repetición sombría que detiene.

 

Serás al fin tú misma, Lou,

mi pequeña Lou.

 

Porque el aprendizaje

es encarnar signos de aliento,

comprometer el anhelo con lo anhelado.

 

Es moverse con aquello que danza

a la par con tu danzar.

 

Y de vez en cuando, un tropiezo.

 

Una escalera empinada

que no lleva a ninguna parte.

 

Un golpe de hielo

ante el que tu fuego podría retroceder.

 

Mas habrás de saber

que toda torcedura

es un nuevo puente para la creación.

 

Y así, te lograrás a ti misma,

te inundarás de apertura,

conseguirás tu propia libertad.

 

Un logro difícil

que costará tanto como nacer

y saber que la muerte te acompaña,

día tras día, paso a paso.

 

Una libertad, en todo caso,

que te abrirá a la vida,

y te hará cavar hondo

—mentira tras mentira—

hacia la verdad que nutrirá tu viaje.

 

Entonces hallarás lo esperado:

al fin podrás dormir en tu casa,

realizarás el sueño que te daba fuerza.

 

Y algo no menos terrible:

¡lo que pidas se cumplirá!

 

 

Imagen: Yury Fadeev

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