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Wesley Nóog y la tercera vía

 

Hace 3 años Wesley vive en Río de Janeiro y, aunque es la primera vez que vive ahí, la ciudad ya era una vieja conocida suya. Es que cuando Wesley era un niño, cada año viajaba con su familia desde Sao Paulo para asistir al congreso anual evangélico. Desde esa época Nóog sintió atracción por el estilo carioca y por la expresión histórica del samba que ha tenido Río, liderada por los esclavos libertos. No es en vano que sus principales influencias de este ritmo sean cariocas como Tim Maia, Jorge Ben Jor y Carlos Dafé.

Y es que es el samba (o samba) -no la samba- el género musical base de la interpretación y composición de Wesley, es su adoración y que lo hace sentir muy brasilero, pero se debía mezclar con el soul, dada la herencia musical que recibió en su casa. Su familia metodista era muy musical, su madre y sus hermanas excelentes cantantes, y por ellos creció escuchando los grandes nombres de la música afroamericana, especialmente góspel, como Aretha Franklin, The Brothers Johnson, Ray Charles, entre otros. Así, lo que Wesley compone e interpreta es samba-soul.

La familia de Wesley es originalmente de Minas Gerais, sus abuelos perdieron las tierras que tenían debido a la crisis del 29 que trajo como consecuencia un desplome de los precios del café y que afectó enormemente a Brasil. Los abuelos de Wesley llegan a Sao Paulo a reconstruir todo. Años más tarde, producto del esfuerzo, los padres de Wesley consiguen trabajo en instituciones públicas y las cosas empiezan a ir mejor en su casa.

“Yo vengo de origen bien periférico hasta mis 12, 13, 14 años pasamos algo de hambre. Mis padres se volvieron funcionarios públicos aposentados, entonces tuvieron ascenso social a partir de mucho esfuerzo. Esto me dio mucha fuerza y esperanza”.

Wesley sale muy rápido de su casa, a los 16 años empieza a estudiar teología durante 12 años y se vuelve seminarista, después hace un posgrado en ciencias sociales con énfasis en formación del pueblo brasilero. Además, estudió mercadeo más recientemente, al verse en la generación que todo lo hace por internet. Aprendió a grabar música y a identificar por qué medio y formato llegar a los oyentes. En ese momento, además llevar más de 10 años de trabajo profesional como artista, montó una agencia colaborativa llamada Mabras Music & Arts.

La casa, la agencia, la resistencia cultural

En el barrio Cosme Velho, uno de los más elegantes de Río, vive Wesley. Esto es otro Río, dijimos. Es un barrio de calles adoquinadas de grandes casonas y mucho verde, hay senderos ecológicos y hasta quebradas. Cerca queda la Estación Ferro do Corcovado, desde donde sale el tren para llegar al Cristo Redentor que se impone sobre la zona sur de la ciudad.

La casa de Wesley nos recibe con un jardín que parece silvestre de grandes plantas tropicales, crea otro clima aún en un Río que por esos días no estaba tan caliente. Luego de pasar el jardín y la casa, hay otro espacio en la parte de atrás, un gran patio con una bonita piscina, pequeña, decorada con un buda en el suelo. Otra vez las plantas se imponen y nos sentamos a escuchar pájaros en una mesa en el extremo del patio. Al frente hay un pequeño San Jorge, adornado por rosas amarillas y rosadas.

Wesley, que no descarga un cigarrillo de paja de aquellos de Minais Gerais que son delgados pero que se apagan con frecuencia y por eso duran montones, nos cuenta que la casa la viene utilizando también para algunos eventos musicales en el patio y para la agencia colaborativa.  Termina siendo un espacio de cowork.

La agencia es colaborativa porque busca mover recursos entre artista y entre financiadores privados y en algunos casos el Estado, para ayudar a artistas emergentes y jóvenes a grabar y difundir su música.

“La idea de todos estos proyectos es poder ayudar a los jóvenes, que tengan posibilidad de producir con todo, fotografía, sonido…”.

“Estoy dedicando mi vida para el desarrollo de la cultura y el arte”.

Nos cuenta que la vida de los artistas es muy dura, que para crear uno tiene que tener medianamente resuelto el tema financiero y ojalá el emocional. Pero que es difícil hacerlo porque tenerlo resuelto puede implicar no tener tiempo para el arte. Incluso cuenta que no es un problema solo de los artistas emergentes.

“Hay grandes compositores que la ven difícil todavía. Esta semana le di plata de mi bolsillo a un amigo que estaba aguantando hambre y sin poder pagar los servicios públicos. Es triste”.

Sin embargo, Wesley se siente muy orgulloso del cambio cultural que ha habido en Brasil en los últimos años. La audiencia dejó de estar exclusivamente consumiendo lo que “el monopolio cultural” de las grandes empresas de producción sacaba. Esto ocurrió gracias a la resistencia de los artistas independientes y a una formación de públicos que logró más valoración y respeto por la música independiente que lo hace de manera autosustentable.

“Nosotros somo un hecho de resistencia, somos la noticia. No como los medios que fabrican la noticia y no miran los hechos”.

La obra

Actualmente, Wesley está produciendo su séptimo trabajo musical. La idea con este trabajo es abrir el micrófono a 8 sambistas de Río y 2 de Sao Paulo en un trabajo titulado Por do Samba (Puesta del samba, asemejándose a la expresión “puesta del sol”). Estarán acompañados por él y por la Roda de Jardim Suspenso (el grupo de samba de Jardín Colgante). Esta roda lleva 3 años participando con él en un proyecto de formación de públicos que realizan cada sábado de los primeros meses del año en la playa de Ipanema.

Por do Samba se va a lanzar como un corredor cultural para juntar los lenguajes del arte en un evento. Esto lo piensa hacer en diferentes “comunidades” de Río de Janeiro. En cada evento abrirá un grupo de la comunidad y cerrará Wesley con la Roda de Jardín Suspenso. Él cree que el trabajo y la presentación no puede ser sólo de él, que tiene que interactuar con la comunidad y visibilizar artistas y productores internos.

“No podemos ser una plaga que llegue a acabar con todo en una comunidad, tenemos que ayudarla y trabajar con ella”.

Mameluco Afrobrasileiro, su principal y cuarta obra, fue calificado de inusitado en Brasil porque tuvo más de 1 millón de descargas. Wesley explica que es impresionante para un artista que no está conectado a la industria.

“Eso me permitió viajar a Europa y por Brasil con Gilberto Gil, Seu Jorge, Geraldo Azevedo y Natiruts”.

El disco es un homenaje a la formación del pueblo brasilero. El nombre explica la mezcla: mameluco, que es el cruce de un blanco europeo con un indio brasilero, los africanos que empiezan a llegar a Brasil básicamente en el siglo XVII-XVIII (aunque hay autores que dicen que estaban hace mucho más tiempo en Brasil) y los brasileros cuyo sufijo eiro es oficio, porque eran quienes cortaban los palos de Brasil, el árbol nacional y que le da nombre al país.

“Pueblo mameluco afrobrasileiro, corazón en la naturaleza y el cuerpo en tierra. Hijo de Yemanyá la reina…”, dice la canción traducida.

Y hablando de las religiones afrobrasileras, la canción Espejo de agua le canta a los orishas y a la fiesta de Yemanyá que está representada por las olas del mar. Wesley le canta a la capacidad del mar de calmar y de alegrar.

“Voy a bañarme en el mar, es la fiesta de Yemanyá, reina absoluta del lugar, me voy a bañar (…) Se va a llevar consigo los dolores, apaga inmensos sinsabores, alegra la boca que no sonríe por las luchas del día a día”, dice la canción traducida.

El primer trabajo de Wesley habla precisamente de esas personas que les tocan dar las duras “luchas del día a día”. Se ríe de cómo termina hablando de Pelé, figura del fútbol brasilero, en este trabajo:

“Ponme atención, para ver cómo es, quien hizo el milésimo gol fui yo y no Pelé”

Wesley reconoce que lo de Pelé es maravilloso, pero también la gente que está “en ese juego económico, social y político que somos nosotros que tenemos la militancia y el trabajo del día a día, somos los vencedores”. Wesley asegura que esta observación de los problemas sociales lo inspira a crear para “generar reflexión, despertar alegría y amenizar el dolor”.

Una tercera vía en Latinoamérica

“Las expresiones artísticas tienen poder político por sí solas. No necesitan de la vía partidaria para causar las transformaciones necesarias (…) El arte por sí sólo ya es transformador, ya es revolucionario”.

Wesley tiene un grupo de amigos artistas con los que están discutiendo un nuevo modelo político desde el arte que sea una tercera vía porque “las propuestas políticas e ideológicas de izquierda y de derecha no resolvieron”. Dice que el discurso político va por un lado y la práctica por el otro y los gobiernos no valoran la transformación y el cambio, si lo hicieran, hubieran logrado transformaciones positivas y cada año aumentan los problemas sociales.

“Tenemos 60.000 homicidios por año y 15 millones de desempleados. Es horrible”.

El movimiento que busca esa tercera vía se llama Brasil do Nosso Sono (Brasil de nuestros Sueños) y dice que tienen un pensamiento de izquierda, pero de izquierda clásica, no partidaria. Según él, esto le permite buscar herramientas de hecho transformadoras, como el arte, como las organizaciones independientes que posibiliten cambios reales.

De Latinoamérica percibe que está pasando por una transformación muy grande y ve la posibilidad del arte para contribuir a que sea bueno el cambio.

“El arte tiene el poder de transformar al individuo primero, luego el individuo puede transformar su entorno y la sociedad se va transformando”.

Afortunadamente tiene la fuerza, potencia, belleza y exuberancia, pero para él está faltando la discusión de esa tercera vía, “de la economía solidaria, de la cultura que genere acciones a partir de un arte concientizador”. Dice que se necesita traer a la discusión una praxis cultural y artística.

Fuentes:

  • Entrevista a Wesley Nóog y vista al espacio en Río de Janero, Brasil.

 

 

 

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