Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

#MEDEHOLLÍN CUENTA CON VOS

“Al parecer la única manera de ver un cielo celeste libre del smog en la ciudad es cuando es declarada una emergencia ambiental.”

Con este ya son 3 años consecutivos en los que por estas fechas el Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha declarado estado de alerta por la baja calidad del aire. Las medidas tomadas por las autoridades locales siguen siendo los controles a las industrias y sobre todo la extensión de dígitos y horarios para el pico y placa de motos, volquetas y carros particulares.

Según el AMVA los vehículos automotores son responsables del 78% de las emisiones de contaminantes y ya es sabido que por la topografía de nuestro territorio al igual que las variables del clima, estamos más propensos a la contaminación atmosférica. Específicamente en Medellín los vehículos ya no caben, cuando veo mi cuadra por ejemplo me asalta la nostalgia de esa época en la que la calle era un lugar perfecto para jugar fútbol, golosa o ponchado pero actualmente es un sitio saciado de carros y motos a tal punto que los vecinos en ocasiones discuten y se disputan por lugares de parqueo, este fenómeno incluso se puede prestar para que aquellos que vacunan silenciosamente a los negocios barriales el día de mañana cobren una pequeña tarifa por “cuidar” los carros de los vecinos, sino es que ya lo están haciendo.

Por más que se promueva el uso de transporte público, una persona que posea un vehículo no va a preferir “incomodarse” para montarse a un bus lleno o correr el riesgo de mojarse mientras le da pedal a una bicicleta. La cultura del automóvil está tan insertada en la sociedad que su adquisición está ligada al crecimiento del estatus social, prioridad que para muchos está por encima de la conciencia ambiental. De hecho el sueño de muchos jóvenes es tener su propio carrito así sea a cómodas cuotas. Y Mientras tanto ¿qué hacemos con las 710.000 motos y 546.000 automóviles que vienen  circulando desde el 2016 por el Valle de Aburrá? pues las campañas para promover medios alternativos de transporte no han logrado el objetivo de desestimular uso del vehículo particular.

Ya hay suficiente claridad sobre esta problemática tanto de las causas como sus consecuencias y el clamor de los ciudadanos por redes sociales es casi unísono; queremos, salir a practicar actividades físicas sin el miedo a enfermarnos y no engrosar las cifras anuales de muertes por respirar un aire impuro. El pico y placa ordinario más allá de contribuir mediocremente a la movilidad en unas pocas horas del día, debería de tener un enfoque ambiental y aumentar por lo menos sus horarios de restricción.

Esperemos que las estrategias implementadas por las entidades administrativas no sigan siendo pañitos de agua para los meses en que hay condiciones climáticas desfavorables y que a Medehollín regrese la eterna primavera.

Franky A.
Editor Comuna 6

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