Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

FUGAS DE UN TIEMPO AMADO

A Juliana,

en un parque bajo la lluvia.

Después de tanto hablar

guardemos un minuto de silencio

para oír la lluvia que disuelve la noche.

José Emilio Pacheco

La vida es simple, sencilla si se quiere. Solo hay que obrar con claridad. Cuando las cosas nos someten a dudas y estados de angustia o desesperación, cuando nos obligan a hacer cosas que sabemos traerán disgustos o algo por el estilo, hay que hacerle caso a la intuición. Esa es la salida. Deberías saber que todo en la vida se convierte en un aprendizaje, por extraño que sea. La vida sabe lo que hace y nosotros aprendemos a vivir solo si estamos dispuestos a hacerlo.

Respecto al amor algo que buscamos todos, el apego o los deseos de posesión joden todo. Pero eso es humano. Te lo digo porque todos fluctuamos entre el deseo y la presencia; y dejar ir, soltar cuando es imperativo, se nos hace complicado. Eso significa que cuando no logramos retener a quien nos complace, crece en nuestro interior una especie de vacío, una necesidad de hacer algo lo que sea para que esa persona no se aleje.

Es claro que estar distantes de quien amamos frustra un poco, abre la desazón y puede generar rabia, inseguridad o dolor. Pero hay que contar con que las personas son libres y deben seguir siéndolo. Aun siendo nuestra pareja. Hay algunas que parecen estar destinadas a estar unidas desde siempre: solo hay que ver como las coincidencias se ajustan a lo que parece ser un amor definitivo. Pero no es un secreto que el deseo suele inquietar y lanzar puntos de fuga que abren grietas en el tiempo del ardor. Por eso, si la persona que amamos ha decidido irse y no “jugar” más, debemos respetar su decisión. ¿Qué podrías hacer si no? Lo que calcules estará más próximo de la tristeza que del regocijo: si uno de los dos no quiere estar, no podrá estar; no de buena manera.

Esto no quiere decir que hayas fallado o que no hayas hecho bien las cosas… solo es lo que es y nada más. Aceptarlo es lo difícil. Igual, ya la otra persona está en un camino diferente y dejar que siga su rumbo debería ser tu gran acto de amor. El último gesto de tu amor. La vida da muchas vueltas: si alguien ha de estar a nuestro lado, lo estará. No hay otra posibilidad. Y saber que el otro está tranquilo, aunque no sea en nuestra compañía, debería ser algo satisfactorio para cada uno de nosotros. Se puede amar sin ser correspondido. No hay duda.

Como te digo, la vida es simple. Aunque haya cosas que no se comprenden de forma inmediata. Vivir requiere tiempo: casi nunca vivimos lo que estamos viviendo. Necesitamos que pasen unos minutos, incluso días para darnos cuenta de ello. Además, todo puede ser un enredo, sobretodo si es nuestra costumbre empeorar las cosas cuando deberíamos hacer lo contrario. El pensamiento y las emociones no son precisamente un agua serena y en muchas ocasiones no tenemos cerca nada para beber. ¿Cómo calmar la sed si el desierto nos rodea? Encontrando el manantial. Pero una vez hallado, no se puede cambiar de lugar al manantial para que los demás beban con nosotros. Debe permanecer en su lugar, es lo natural. El agua sabe que la sed llegará. Y cuando son dos los que se sacian, el manantial puede secarse más rápido.

Se necesita vivir la vida, acumular experiencias para saber de qué se trata todo esto. Por ejemplo, hay quienes se empecinan en que las cosas deber ser tal y como ellas deciden que sean, esforzándose inútilmente en que todo se haga a su favor, a su manera y con altos rendimientos. Pero lo único que logran es perturbar su capacidad de amar y se encierran en la desdicha. Se van convirtiendo en gente malsana, en personas obligadas por el poder y el dominio, y se “casan” con la repartición del miedo que es lo contrario de los que aman. Entonces la vida se les vuelve una carga pesada, un caldo de anzuelos. No comprenden o lo hacen tarde. Y cada paso que dan se va haciendo más oscuro: se van convirtiendo en rencorosos súbditos del temor a perder lo que nunca fue suyo y pelean y algunos se matan. Así, lo único que habrán ganado es una vida rastrera con amaños de superioridad. Una vida solitaria e infeliz.

Eso significa que el amor merece nuestro empeño, requiere de nuestra voluntad; para amar hay que poner de nuestra parte. Y aunque no siempre arregla lo que falla, además de desordenar nuestra vida cuando no estamos preparados para recibirlo, el amor debe hacerse y hacerlo bien o no podríamos resistir los embates siniestros del mundo. Pues la vida nos espera con tristezas y congojas, y no siempre es dulce, y a veces parece que no nos tuviera en cuenta. Pero esto es lo que nos mueve a seguir también nos tiene reservado un tiempo para la alegría y un lugar para el reposo. Por más alicortos que seamos.

Mira, allí va de quien me hablabas. Ve y dile que lo amas. No te preocupes por su respuesta, amarlo es lo que cuenta. Ve antes de que se pierda con la lluvia.

Víctor Raúl Jaramillo

Medellín, 15 de abril de 2020

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