Vigilar el poder, mapear el placer y habitar Medellín

JAS el viajero

Fotografías: archivo personal de JAS

Conocimos a José Agustín Sánchez cargando a El Negro en Medellín, luego cuando estuvo en confianza sacó a El Amarillo.

JAS se las ingenia para andar por Medellín arrastrando un piano negro. Aunque El Negro es un compañero querido, nos recuerda las formas excesivamente burocráticas de Colombia. Colombia es la última parada de un viaje por Latinoamérica para hacer ofrendas musicales y JAS nos dice que entre Zipaquirá y Bogotá fue donde vivió la estación donde más le ha tocado esperar por un permiso, un retraso que incluía la autorización para tocar un piano.

JAS es músico y compositor de conservatorio, en un camino largo con las teclas desde la más tierna edad y admitido en el prestigioso doctorado en música de Juilliard. Esto sin los intermediarios correspondientes en Colombia, no es suficiente para agilizar el trámite que le permita a un músico su instrumento para dar un concierto gratis. Así que JAS aprendió la lección, pasando a su ciudad a buscar a El Negro, normalmente un paseador de distancias cortas más que un compañero para largos viajes.

Fotografías: archivo personal de JAS

El Amarillo significa otra cosa en esta conversación, en este encuentro accidental en Medellín; primero viene de Vietnam -así que nació de un viaje-, luego nos demoramos mucho para nombrarlo como una Melódica, porque antes que nada es “confidente”.

“Hay muchos instantes en que el amarillo habla por mí”.

En El Amarillo se sopla como quien guarda un secreto, se teclea como haciéndose pequeño y él al que lo conoce le responde representando.

Watson Fellowship es lo que llevó a este compositor a Asia en el 2013: se trata de una beca de viajes con un propósito creativo intenso. Una beca para no estudiar formalmente, una beca que prohíbe trabajar, incluso que fomenta el tipo de ocio que es estar o trasegar.

“Los grandes compositores se inspiraron en los viajes”.

Después de ese día en el Everest donde JAS recibía la noticia de la muerte de su abuelo, entre interpretaciones de Tango, ya nunca volvería a ser el mismo. Al regreso a Nueva York los colores ya no ensamblaban: él con el colorido donde el Asia toca la India y la academia con sus grises enclaustrados y sus colores pálidos de la compostura.

Fotografías: archivo personal de JAS

Descubrió que había dejado de creer en el tener y la academia que coincidía con ese tipo de prestigio. Ya era un viajero y la intención lo estaba llevando de vuelta a su origen: Venezuela.

“Él ve que estoy sentado en la sala tocando cumpleaños feliz de oído y él le dice a mí mamá, este niño tiene oído, le gusta la música, vamos a meterlo a la música”.

Se trataba del teclado de la Barbie que le habían regalado a la hermana, un pianito de juguete y el descubridor era su papá. A los cinco años lo metieron a estudiar con organeta, pero tres años, cuando ya sacaba de oído todo lo que escuchaba en la radio, lo pasaron a una formación en piano clásico.

“La música me fue guiando y me fue dando todo. Un mundo infinito de nunca acabar”.

JAS viajaría aún en la adolescencia a Gales y de ahí a EE.UU., en donde haría parte de una tradición artística que remonta al legado de Franz Liszt. Se trata de su profesor Germán Díaz, a su vez alumno de Claudio Arrau.

En su regreso profundo a Venezuela volvió a los orígenes de la familia materna en Carora y La leyenda del Diablo de Carora finalmente fue el regalo sinfónico que dejó para esta pequeña ciudad.

Para llegar hasta Carora, empezó con la conmoción de la Sinfonía Amazónica, el desconcierto bravo de Salsa en Tiempos de Guerra, el reconocimiento reencontrado de El Silvón -otra leyenda sinfónica-.

Todas estas composiciones para un organismo mucho más unitario o ensamblado que un simple ser humano: un flautín, dos flautas, dos oboes, un corno inglés, dos clarinetes, dos fagots, cuatro trompetas, tres trompas, dos trombones tenores, dos trombones bajos, timbales, caja, doce violines, diez violas, nueve chelos, seis contrabajos y un arpa. Un animal que visto desde arriba parece un insecto paralitico con muchas antenas, pero que escuchándolo se presenta como un monstruo del que cualquier planeta se dejaría comer.

Fotografías: archivo personal de JAS

Si el golpe de Salsa en Tiempos de Guerra -su prosa inteligente que solo logra la comedia- no es un golpe para los que organizan la violencia o la privación -violencia, al fin y al cabo-, es porque definitivamente no están hechos para golpes finos.

Los golpes del arte son para revivir, pero la música no parece que en realidad le pueda hablar al poder; la música nos une a los que aún podemos sentir: a los débiles.

El viaje por Latinoamérica empieza con la encomienda de La Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas (OSMC) que lo nombra compositor residente y un propósito: componer El Canto del Sur.

“Traer el folclor latinoamericano a lo sinfónico” en el caso de JAS es un viaje al presente, explica que no le interesa la historia, una historia tan borrada y distorsionada, sino lo que está pasando ahora, el ahora es una gran oportunidad.

“El emigrante venezolano está esperando volver (…). El venezolano es una persona con visión de libertad y generosidad. Tenemos ejemplos de grandes libertadores que quedaron en la ruina por causas nobles”.

“Hay gente que está aprendiendo un montón (…). Ahora estamos por todo el sur y ahora tenemos la gran tarea de aprender y de enseñar”.

Para JAS la idea de las naciones es una idea anticuada, pero pensando en el territorio le genera nostalgia el deseo de muchos de volver en el 2019 y las imposibilidades para estar en Venezuela con un sustento.

Fotografías: archivo personal de JAS

Para JAS es aquí y ahora, por eso no puede parar, su utopía somos nosotros en su camino y es él sin promesas, sólo pasando.

“Si tú no logras ser la utopía en el presente no logras ser un mañana”

Viaje

Viajar es una forma de soledad, una forma de no dejarse atrapar, de no diluirse en un lugar o en otros. El viaje propone, pero el viajero muchas veces no puede esperar la respuesta a la propuesta.

Uno llega a JAS cuando él está sonriendo, pero el diálogo ya había empezado en otra parte y no en uno. Entonces deja de hablar, tiene una mirada como si dejara de entender, para los otros o para el que le habla todo es duda hasta que llegue la canción, la canción que lo termine de explicar, la canción después de una conversación que es demasiado similar a todas y no termina de encajar, la canción después del viaje.

Todo parece mentira hasta que hay música.

Fotografías: archivo personal de JAS

No importa si tiene barba, no importa si parece otro frente a una orquesta sinfónica, ni siquiera importa que uno sienta algo de mística en su mirada o en su andar; todos son personajes así sea él mismo y la sinfonía o el canto -como él lo llama- es mayor y más importante que su propia biografía.

“Si realmente están haciendo arte que abra la consciencia, (…) que hable de integración y de la humanidad, ese mismo arte te cuida”.

Lo único útil en la biografía de un artista es que se convierta en sentido para que le permita seguir creando. Incluso lo más emocionante en una biografía de un artista total como es JAS, es lo que logra mover con su música.

“Veo como la gente se une, filtra, canaliza emociones, se inspira a perseguir sueños”.

“Un sólo concierto puede hacer una diferencia gigante, una sola canción puede cambiar una vida”.

La música para JAS es material.

Fotografías: archivo personal de JAS

Y el final del viaje puede ser insatisfacción, nunca reconocida como consecuencia de que el viaje se acaba, sino desazón por el viaje completo porque ya hay que inventar otra cosa, por supuesto otro viaje. Esperar a la alquimia del viaje en la soledad de la música, pero empezar a tolerar el encierro con un siguiente plan de viaje; empezar a hacer la música sobre el plan siguiente -traicionando el viaje anterior-; entregarse al desespero del siguiente viaje con el que puede inquietar a todos y a todo. El mundo tendrá que volver a ceder y abrirse para que la música encuentre su lugar mucho antes de que sea escuchada.

“Yo quiero ser el primer artista que vaya al Espacio a hacerle una ofrenda al Planeta Tierra”. “Transmitir lo que significa ver el planeta desde afuera (…), qué estamos haciendo acá”.

Si logra salir, los 66 Memes Cósmicos -que contamos publicados en septiembre de 2019- se convertirán en mural o fresco (affresco).

“Hay otro arte que se hace con la consciencia de (…) querer utilizar una frecuencia para la sanación”.

Fuentes

  • Entrevista en 2019 a José Agustín Sánchez por Casa de las Estrategias.
  • Canal de Youtube JAS Compositor: https://www.youtube.com/channel/UC53Als7-dZCxV50qul-OgHA
  • http://www.correodelorinoco.gob.ve/jose-agustin-sanchez-es-ratificado-como-compositor-residente-de-la-osmc/
  • Fotografías: archivo personal de JAS

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